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jueves, 14 de noviembre de 2013
Sangre Nieves: ¿la verdadera historia de Blanca Nieves?
Liliana esperaba con ansias la llegada de su primogénita, esa criatura que tanto habían soñado ella y su esposo, Lord Frederick. Tan segura estaba de que sería una niña, que todas las noches imaginaba su apariencia hermosa con piel blanca como la nieve, cabellos tan negros como una noche sin luna ni estrellas y labios rojos, tan rojos como la sangre fresca…
De pronto empezó a sentir un dolor muy agudo en el vientre e instintivamente llevó sus manos a él, mientras se doblaba del dolor y veía cómo el inmaculado vestido que llevaba puesto empezaba a teñirse de rojo hasta los pies, haciéndola gritar por ayuda.
Fueron horas de labor y dolor el dar a luz a esa criatura hermosa, tanto así que la salud de Liliana empezó a decaer, día a día, y ella dejó de ser la misma.
Los siguientes meses transcurrieron dentro de un ambiente de calma y alegría, mezclado con incertidumbre para Lord Frederick, ya que su felicidad no podía ser completa si tenía que ver cómo la belleza y juventud de su amada esposa se consumían rápidamente con el pasar de los días; en cambio, su hija crecía, y empezaba a dar sus primeros pasos.
Liliana murió al cabo de un año, dejando huérfana a su pequeña Lilly, y a Lord Frederick con un dolor profundo.
A los ocho años Lilly se había convertido en una niña hermosa, pero malcriada, y podría decirse que hasta malvada: gozaba maltratando a las hijas de los sirvientes, atrapaba ratones para luego ahogarlos en un balde con agua y cazaba aves pequeñas para arrancarles las alas, mientras su mirada se tornaba en algo grotesco…
Un día Lord Frederick la mandó a llamar para anunciarle que tendría que salir de viaje, puesto que iría a conocer a quien sería su nueva esposa. Esto a Lilly no la complació en lo absoluto y sólo respondió con una mueca, echando a correr. Su comportamiento seguía empeorando, permanecía horas encerrada en la habitación de su madre cepillando su cabello frente a un gran espejo, con la mirada perdida en el vacío de su reflejo.
Pasó un tiempo antes de que Lord Frederick regresara a su castillo. Al parar el carruaje en el que venía, bajó y se quedó parado con la mano extendida a la puerta del vehículo tomando la mano de una hermosa mujer. Detrás de ella, un hombre apocado y aparentemente con retraso mental cargaba una caja de madera. Lord Frederick buscó a Lilly entre el mar de gente que llagaba a recibirlos; una de las sirvientas la traía de la mano, la pequeña llegó con la mirada baja y una de sus manos cerrada en un puño.
Lord Frederick la llamó pero ella no respondió, haciendo que quisiera darle una reprimenda, pero la hermosa mujer a la que aún sostenía de la mano lo contuvo suavemente, al mismo tiempo que se inclinaba para saludar a la pequeña. Lilly la observó desafiante, pero la mujer no dejó de sonreír y preguntó a la niña si podía mostrarle su mano. La mirada de Lilly se tornó maliciosa, y abrió su puño para dejar ver el cuerpo de un ratón desollado y sin ojos.
Sin perder la compostura, la bella dama le preguntó si no preferiría cambiarlo por lo que sostenía el hombre, hermano de Lady Claudia —así era como se llamaba la bella mujer—. Ésta tomó la caja en manos de su hermano y al abrirla apareció un cachorro. Se lo mostró a la niña; ella dejó caer el ratón, sacó al cachorro, se dio media vuelta y se alejó saltando y cantando dejando a Lady Claudia encubriendo el enojo que le provocó por haberla ignorado… Al día siguiente se celebraba la boda entre su padre y Lady Claudia, pero Lilly no salió de la habitación de su madre y lloró amargamente frente al espejo.
Horas después los recién casados se encontraban dormidos. Lady Claudia empezó a sentir cómo algo goteaba en su cara. Se enderezó en la cama, pasó su mano por el rostro… ¡sangre!, era sangre de lo que se mancharon sus dedos. Miró hacia arriba y el cachorro que le había regalado a Lilly prendía de la cabecera degollado; pero ella no gritó, sólo tomó lo que quedaba del animal y se dirigió a la habitación de la niña. Al entrar se sentó en la cama y despertó a la pequeña con un beso en la frente. Lilly abrió los ojos, y entonces le dijo en voz muy baja:
—Es mejor que no me tomes como a tu rival pequeña, porque puede que pierdas la guerra.
Con el pasar de los años Lilly se convirtió en una adolescente bella e inteligente, mucho más que su difunta madre, pero con una personalidad cruel y sanguinaria. Su madrastra esperaba a su primer hijo, y Lord Frederick organizaba una gran fiesta para celebrar el cumpleaños de su hermosa primogénita. Por esta razón, Lady Claudia ofreció a Lilly el vestido que ella usó cuando cumplió dieciséis como una muestra de tregua a su pequeña guerra. La joven aceptó el vestido y caminó hacia la habitación de su madre.
Esa noche, Lilly apareció en la fiesta ataviada con uno de los vestidos de su madre. Lady Claudia se enfureció mientras veía bailar a su hijastra, y su esposo estaba embelesado porque su hija le recordaba a Liliana. La mujer empezó a sentir contracciones, y horas después el bebe nació, muerto. Lord Frederick quedó devastado… pero no se comparaba al dolor de la madre fallida, quien gritaba a todos que la dejaran en paz y llamaba a voces a su hermano. Lilly contuvo una risa de victoria.
Tras haber perdido su belleza, Lady Claudia se encerró en sí misma, hasta que un día dejó la habitación para vagar por los pasillos del castillo, y al dar con la habitación de Liliana, sintió como si una voz la instigara a entrar. Lo hizo, y caminó hasta quedar frente a un espejo inmenso con bordes dorados. Hipnotizada, se sentó en el banco junto a él y miró fijamente su reflejo, ya no gozaba de juventud… Empezó a llorar, y gritar, que todo era culpa de esa mocosa. Intentó destruir el amado espejo de Liliana, pero su reflejo la detuvo, y hablando como si tuviera vida, y haciéndola sentir que perdía la razón, le prometió devolverle su juventud y belleza siempre y cuando estuviera dispuesta a hacerle unos pequeños favores…
Así fue como Lady Claudia había rejuvenecido ante la mirada llena de odio de Lilly. Cegada por su sentimiento de triunfo, envió a Lilly a un viaje con el pretexto de que necesitaba conocer el mundo. Pero le pidió a su hermano que la escoltara, y se asegurara de que sufriera un «accidente» en el camino. Mientras tanto, Lady Claudia se encargaría de vengarse de su amado esposo, quien siempre prefirió a Lilly por sobre ella.
La noticia de que Lilly y su hermano habían desaparecido sin dejar rastros no tardó en llegar. Aunque esto destrozó aún más a Lord Frederick, la evidente muerte de su hermano no significó nada para Lady Claudia, y siguió envenenando a su esposo y llenándolo de dolor, decidida a hacer de él un despojo humano. En cuestión de noches Lord Frederick había perdido completamente su espíritu y vagaba por el castillo llorando y buscando desesperado a Lilly, pero ella no contestaba su llamado.
Todo sería distinto una noche de invierno, cuando el ambiente en el castillo era más tétrico que de costumbre. Lady Claudia paseaba por la habitación que era de Liliana llevando en brazos un pequeño bulto, tarareando una y otra vez la misma canción. De repente, se escucharon gritos a la entrada del castillo; Lady Claudia posó el bulto en la cama para asomarse por la ventana. Uno de los guardias había sido degollado y destrozado mientras los demás huían despavoridos como si una jauría de lobos los atacara. Eran siete hombres corpulentos, aullando de placer, desgarrando a los guardias uno a uno ¡con sus propias manos y dientes! La sangre que brotaba de sus víctimas manchaba sus rostros y caía impúdica sobre la blanca nieve…
Lady Claudia se aterrorizó y quiso correr a asegurar las puertas de la habitación, pero ya era demasiado tarde, una figura se asomaba a la puerta sonriendo, tan maliciosamente como siempre. Era Lilly. Lady Claudia se preguntaba cómo es que había sobrevivido, la niña se limitada a sonreír. Uno de sus brazos escondía algo detrás de su espalda. Lady Claudia la miraba con horror y curiosidad; ¿qué era lo que ocultaba?
¡La cabeza de su hermano!, que había cercenado y mutilado, ahora sus ojos eran unas cuencas vacías y su boca abierta no era más que un agujero sin dientes ni lengua, sólo una masa de carne y sangre coagulada y mal oliente. Lady Claudia gritó e intentó huir, pero Lilly fue más rápida, lanzándole la cabeza de su hermano para hacerla tropezar y caer. Rió como una psicótica tomando a su madrastra por los cabellos para obligarla a ver la orgía de sangre que practicaban los siete hombres afuera. Cómo destrozaban los cuerpos de sus víctimas y mascaban la carne cruda que arrancaban con sus dientes… se escuchaba cómo crujía la carne entre sus mandíbulas.
Un leve llanto captó la atención de Lilly y llenó de pánico a Lady Claudia. Soltó a su presa azotándola contra la pared para dirigirse a la cama y destapar el pequeño bulto que tanto atesoraba. Con una sonrisa retorcida, lo recogió, y caminó al espejo extendiendo los brazos y mirándolo con recelo…
—Espejo, espejo sobre la pared. Veo que te has divertido en mi ausencia —dijo con reproche hacia su reflejo, pero poco duró su trance ya que un dolor agudo y punzante atravesó su espalda. Lady Claudia la había apuñalado justo en el centro del corazón, pero Lilly sonrió y giró su cuerpo, mirando fijamente a la mujer, burlándose del acto desesperado por deshacerse de ella.
El reflejo de Lilly ardió en llamas azules y empezó a cambiar frente a una atónita Lady Claudia. La forma que tomó fue la de un demonio de piel pálida, como la blanca nieve, de ojos negros, profundos, como la noche, una sonrisa retorcida y tan roja como la sangre fresca…
Tiempo después se celebraba en el castillo la boda de Lilly y un noble de tierras vecinas. El padre de Lilly se había desvanecido, así como Lady Claudia, y todo empezaba a prosperar de nuevo en el castillo. Lilly esperaba la llegada de su primer hijo y se le veía caminar feliz por los pasillos con algo entre sus manos, hasta que se detuvo en la que alguna vez fue la recámara de su madre, sellada años atrás.
Quitó el seguro de las puertas y caminó hacia el espejo, diciendo:
—Espejo, espejo sobre la pared, no te podrás quejar, ya tienes compañía, y pronto tendrás un heredero más que te alimentará.
Dijo esto mirando directamente hacia el espejo, mostrando al demonio sonriendo complacido y, al fondo del reflejo, a los siete hombres torturando a Lady Claudia y a Lord Frederick.
Lilly arrojó lo que tenía entre las manos hacia un rincón de la habitación y una pequeña criatura salió de entre las sombras para devorar el cuerpo de un ratón, ante la sonrisa malévola de la futura madre…
Fashionista
Era una mujer sumamente amable, y sumamente entrometida. Cada semana le llevaba a la oficina algún postre: tarta de queso, galletas caseras, costra de chocolate blanco con frutas secas, emparedados de crema de maní con mermelada… en fin, que por lo menos 5 de sus 87 kilos eran responsabilidad de esa señora. Y todo esto le molestaba tanto a su novia: la recibía con toda educación, pero una vez que se iba cerrando la puerta tras de sí, comenzaba a recriminarle el que le aceptara tantas atenciones. ¿Qué buscaba esa señora? ¡Si casi podría ser su madre! ¿Cuáles eran sus intenciones? ¡Y esa manera de hurgar en la intimidad de los demás! ¡Como si quisiera saber algún oscuro secreto! ¡Pero si no había nada que investigar! Claro, a menos que él le ocultara algo, pero ella no. Ella qué podría ocultar, si todos la conocían. ¡Qué fastidiosa mujer! La aventaría por las escaleras si pudiera. Le sacaría los ojos. Le arrancaría la piel de las… shhhh. Sus dedos en los labios de ella y un beso en la mejilla lograban tranquilizarla para olvidar el asunto. Después de todo, sólo era la anciana de la oficina de al lado que criticaba lo excéntrico de su enorme colección de abrigos, jerseys y accesorios de piel.
Piel…
Piel… Era la piel lo que le faltaba ahora a ese cuerpo. El cuerpo de esa anciana amable y metiche.
Estaba envuelta en bolsas de supermercado, pero, a pesar de la casi nula luz que había, era obvio que le faltaban trozos de piel: en el torso, la espalda y ambos muslos.
No sabía qué pasaba (o qué había pasado) o por qué. ¿Por qué él y la anciana estaban ahí? ¿Quién los había llevado? ¿Quién era el responsable de algo tan horrible? Escuchó un pequeño ruido, era un sollozo, alguien lloraba; y podía sentirse el sufrimiento al oír ese sollozo. Entre la oscuridad apenas podía distinguir nada. Puso un poco más de atención; se escuchaba tan cerca… Sólo un instante después comprendió que era él quien lloraba.
Fue entonces que puso atención en sí mismo: estaba atado de pies y manos con cinta adhesiva, tenía un golpe en la cabeza que sangraba, sus rodillas y puños estaban raspadas, la sangre ya estaba seca. Sus ojos ya estaban acostumbrándose a la oscuridad y los entrecerraba como para agudizar la vista, tratando de ver en dónde se encontraba. Aunque la oscuridad era casi total, logró distinguir una máquina de costura, algo parecido a un caldero, estantes con frascos y una serie de tubos colocados horizontalmente del piso hacia arriba; calculó que tendrían tal vez metro y medio, y parecía que se ocupaban con…
La puerta se abrió de golpe y él cerró sus ojos, la luz lo lastimaba. Los apretó tan fuerte que le dolieron los parpados. Sintió un ligero puntapié en las pantorrillas. Abrió poco a poco los ojos para distinguir a quién tenía enfrente; un escalofrío lo recorrió desde el cóccix hasta la nuca. Y se escuchó gemir de nuevo, sólo que esta vez con desesperación y terror. En vano trató de librar manos y tobillos para huir, sólo consiguió empujar su cuerpo hacia atrás con los talones desnudos hasta que su espalda chocó con la pared. Su llanto se ahogaba en el esparadrapo que tenía en la boca.
Y ahí estaba ella, tan tranquila. Su tono de voz era tan relajado y despreocupado, su apariencia era la de siempre, a excepción de que estaba cubierta de sangre y tenía un afilado cuchillo en la mano. Le hablaba como si tenerlos allí fuese de lo más normal, caminaba por el cuarto moviendo cosas y hablando al mismo tiempo de la anciana muerta junto a él, del retraso que llevaba en tiempo por culpa de ella, y sobre todo del desorden que había provocado, que si hubiera cooperado un poco más no estaría ahora tan apurada. En cambio, en vez de uno eran dos los colores que tenía que fijar antes de la presentación de… Lo miró. Sonrió y se puso el dedo en los labios como hacen los niños pequeños cuando tienen un travieso secreto.
Se acercó al desollado cuerpo de la anciana. Se inclinó para arrastralo hasta la puerta que estaba al fondo del pequeño cuarto. El rastro de sangre que dejaba al avanzar le provocó mareos y perdió el conocimiento.
Al despertar estaba en el piso sobre una manta de plástico. Quiso incorporarse y no pudo, su cuerpo no se movía. Lo único que podía mover eran los ojos y su cuello, éste último sólo un poco a la izquierda, pero era casi nada. Al verlo despertar, ella se le acercó y le sonrió. Le besó la frente. «Estarás conmigo para siempre». Al oír eso comprendió todo, incluso su irremediable muerte.
La primera vez que la vio tenía el cabello suelto, el aire lo había enmarañado, vestía pantalones negro untados, un polo rojo y un jersey negro de piel. Esa tarde hacía un viento espantoso, su cuerpo delgado y bien definido parecía que fuese a salir volando en cualquier momento. Sus grandes ojos verdes parecían los de una niña perdida en el centro comercial. Supo que quería estar con esa menudita mujer en cuanto ella le pidió ayuda para subir las escaleras de aquel edificio de oficinas. Apenas medáa tal vez 1,55 metros y estaba segurísimo de que no pesaba más de 47 kilos. Pero era ágil y decidida; era lo que más le atraía de ella.
Siempre estaba bien vestida, siempre estaba al tanto de todo el mundo fashionista; los colores de temporada, las nuevas tendencias, los accesorios ideales para cada evento, después de todo ése era su trabajo. Estaba en el ranking de los mejores diseñadores y jamás estuvo involucrada en un escándalo. Su vida privada la mantenía así: privada. Era una mujer fabulosa.
Sólo tenía dos defectos que a él le molestaban bastante, y los cuales trató en vano de ignorar. Siempre criticaba la piel de todo aquel que conocía, si era grasosa o seca, si se le veían los poros o usaba en exceso maquillaje, nunca era condescendiente con nadie. Afortunadamente (pensaba en ese tiempo) él tenía una piel que a ella le agradaba. Su segundo defecto era su insensibilidad ante la muerte. Hacía tiempo que varios conocidos cercanos a ella habían desaparecido extrañamente. Al ver la notica en la televisión o en los periódicos, decía que era sólo una pérdida de tiempo, finalmente en el mundo moría gente cada minuto, y nada cambiaba, ¿por qué sería diferente si eran conocidos o no? Daba igual, por eso utilizaba los nombres de cada uno de ellos en sus líneas de ropa.
Ahora todo estaba claro. Los desaparecidos eran todos del «grupo de piel hermosa», como ella los llamaba, incluidos la anciana de la oficina de junto y él. Aquella colección enorme de abrigos, bolsos, jerseys, zapatos y accesorios, todo en piel… La máquina de costura, el caldero para teñir y los tubos horizontales ahora con piel recién curtida, oreándose…
El leve movimiento de su cuello le permitió ver a un costado suyo un pizarrón con patrones de corte para un modelo nuevo de un pequeño jersey. Lo que ella le dijo hizo eco en su mente: «estarás siempre conmigo».
miércoles, 13 de noviembre de 2013
La Verdadera Historia De “SAW”
Me levante del escritorio y fui por un vaso de agua pero antes de servirlo, sentí la necesidad de seguir viendo el vídeo, así que volví rápidamente y lo puse a reproducir otra vez, el hombre siguió golpeándola hasta que la mujer despertó y se dio cuenta de que estaba en un lugar completamente desconocido y empezó a llorar aunque estaba amordazada y no podía gritar muy fuerte, sus llantos eran desesperantes, por un momento pensé que iba a salir la chica del exorcista con un grito como normalmente pasa y es lo que ahora odio de cualquier vídeo con un titulo interesante en youtube, pero no paso nada en ese momento así que seguí mirando el vídeo y la mujer se calmaba y el empezaba a hablarle era casi indescifrable lo que decía, así que no le preste atención, luego el le mostraba unas fotos de ella con unas personas vestidas de negro que ella estaba golpeando en la foto, no entendí nada de esto, pero continué viendo y para mi era un tanto emocionante este vídeo, derrepente pensé: “que buen vídeo, un fan con una gran imaginación”.
En unos segundos deje de imaginarme como hicieron el vídeo, y empece a sentir una respiración en mi espalda y una horrible presión en el pecho, como si me estuviera ahogando, pero esto solo me llamaba a ver la pantalla y seguir viendo ese vídeo, y me di cuenta de que la mujer tenia una cuchilla en frente y un control en frente de la mano izquierda el cual controlaba el movimiento de la silla ella podia subir la silla para cortar las cuerdas de sus manos pero si lo hacia asi tambien iba cortando su estomago y espalda lo cual no podia hacer por que de todos modos moriria, tambien podia mover la silla hacia abajo para cortar la cuerda que estaba atando su cuello al techo que en 5 minutos halaria hacia arriba ahorcandola según lo que entendí, pero tampoco podria hacer esto por que tambien cortaria su rostro y moriria, para mi fue algo imposible escapar de este juego, pero luego de un corte de un segundo se muestra ya un reloj contando desde 20 hasta 0, y despues de esos segundos se veia como la mujer moria sin ninguna forma de escapar, luego el hombre se acercaba y mostrba que era completamente real. Luego de toda la mazacre se muestra una fecha que dice 30/10/86 (30 de octubre de 1986). esto me dio un gran susto y pense de inmediato en el titulo visto. me pregunte si esto habia pasado en realidad y adelante el video hasta el final, donde habia una escena de polica mirando las pistas de el crimen y toda esa cosa de pelicula. me calme y vi donde estaba también el hombre muerto, y con una identificación cuyos datos eran: Name: Johan Allan Krackmer Born: 1935. Se me hizo curioso el nombre y tenia un gran similar con el del protagonista de la película SAW, que es John Kramer, luego después de buscar por Internet información de este hombre en Internet encontré que era un psicólogo Ruso, que vivía en España el día de su muerte y donde realizo el “Juego del miedo” por primera vez.
Después decia algo sobre que los estudios de este caso revelaron cosas muy sorprendentes que jamas fueron reveladas de este hombre que habia asesinado a mas de 65 personas, incluida la persona que asesino en su “juego”, después este hombre se convirtió en una historia, que rondaba en internet y los rumores llegaron a los productores de la ahora película “SAW”.
Pero aún hay un rumor de que después de su muerte han habido muertes inexplicables, en España y el mundo y principalmente a personas corruptas y fanáticos de televisión violenta. luego se encontraron tres muertes de imitadores, incapaces de matar a una mosca, cuyos cuerpos fueron encontrados frente a la computadora con un letrero escrito con sangre que dice: “Los mataré a todos a través de su computadora”, y luego se encontró la muerte de un joven, que murió frente a su computadora mientras leia un Creppy Pasta de SAW.
+ La Verdadera Historia De “SAW” | Creepypasta en español http://creepypastas.com/la-verdadera-historia-de-saw.html#ixzz2kabi4Qkd
La Casa Sin Fin
Permítanme comenzar diciendo que Peter Terry era adicto a la heroína.
Fuimos amigos en la universidad y lo seguimos siendo después de graduarme. Nótese que dije «graduarme». Él se retiró luego de dos años de esfuerzo mínimo. Tras pasar de los dormitorios en la universidad a un pequeño apartamento, no frecuentamos tanto. Hablábamos en línea de vez en cuando (AIM era líder en los años previos a Facebook). Hubo un periodo que no estuvo en línea por cerca de cinco semanas consecutivas. No me preocupó. Era un completo vago y adicto a las drogas, por lo que asumí que sencillamente le dejó de interesar. Pero una noche le vi entrar de la nada. Antes de poder iniciar una conversación, me envió un mensaje:
«David, hombre, tenemos que hablar».
Entonces me contó de La Casa Sin Fin. Obtuvo ese nombre porque nadie había nunca llegado a la salida. Las reglas eran simples y cliché: alcanza el último cuarto del edificio y gana quinientos dólares, nueve cuartos en total. Estaba ubicada fuera de la ciudad, a unos seis kilómetros y medio de mi casa. Al parecer, él lo había intentado y fracasado. Supuse que su intoxicada mente exageró la situación y salió huyendo por algún fantasma de papel o semejante. Me dijo que sería demasiado para cualquiera, era antinatural. Yo no le creí; ¿por qué lo haría? Le dije que echaría un vistazo la noche siguiente, y no importaba lo mucho que tratara de convencerme de lo contrario, quinientos dólares sonaba muy bueno como para ser cierto. Partí el día siguiente. Esto es lo que pasó.
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Al llegar y asimilar mi primera impresión del local… ¿alguna vez han visto o leído algo que no debería causar pavor, pero que por alguna razón un escalofrío se arrastra por tu cuerpo? Caminaba hacia el edificio, y la sensación de malestar se intensificó conforme abría la puerta principal.
Mi corazón se desaceleró y solté un suspiro de alivio cuando entré. El lugar se veía como el vestíbulo de un hotel cualquiera decorado para Halloween. Un letrero remplazaba al recepcionista, decía: «Habitación 1 por aquí. 8 más le siguen. ¡Llega hasta el final y ganas!». Me reí e hice mi camino a la primera puerta.
El área era una burla. La decoración te recordaba la sección de Halloween de un mini-súper, con fantasmas de tela y zombis animados que te gruñían al caminar a su lado. En el otro extremo estaba la salida, la única puerta además de la que usé para entrar. Caminé a través de las telarañas de juguete hacia la segunda habitación.
Fui recibido por niebla cuando abrí la puerta; sin duda hubo un avance en términos de tecnología. No sólo había una máquina de humo, sino también un murciélago colgado del techo y volando en círculos. Parecían tener una banda sonora de terror barata reproduciendo desde algún punto de la habitación. No vi un equipo de música, pero supuse que debían haber utilizado un sistema de megafonía. Pasé por encima de unas cuantas ratas a cuerda y me fui con el pecho en alto a la siguiente zona.
En la tercera habitación es cuando las cosas empezaron a cambiar.
Superficialmente, no podías ver nada fuera de lo ordinario. Había una silla en el medio del piso tapizado con fina madera, una sola lámpara en la esquina hacía un pobre trabajo iluminando el lugar, y proyectaba algunas sombras en el piso y paredes. Ése era el problema. Sombras. Dejando fuera la de silla, había otras. Fue al momento que supe que algo no estaba bien. Ni siquiera pensé mientras automáticamente intentaba abrir la puerta por la que vine… Estaba asegurada desde el otro lado.
Aquello me desconcertó, ¿alguien las aseguraba a medida que progresaba? No, no había manera. Le habría escuchado. ¿Un seguro mecánico? Quizá. Pero estaba demasiado asustado como para pensar realmente. Me volví al frente de la habitación y las sombras se habían ido. La sombra de la silla se mantuvo, pero las demás se habían ido. Lentamente empecé a caminar. Solía alucinar cuando era un niño, así que atribuí a ello lo ocurrido. Me sentí mejor al seguir el trayecto, revisé abajo por obstáculos, y ahí fue cuando lo vi. O no lo vi. Mi sombra no estaba. No tuve tiempo de gritar; corrí tan rápido como pude a la otra puerta y me adentré a la cuarta habitación sin pensar en lo que podría contener.
Ésta fue posiblemente la más inquietante. Cuando cerré la puerta, toda la luz pareció ser succionada y puesta de vuelta en la habitación anterior. Me quedé ahí, envuelto en la oscuridad, sin poder moverme. No le temo a la oscuridad, nunca le he temido, pero estaba aterrado. Toda visibilidad me había abandonado. Sostuve mi mano frente a mi rostro y de no saber que le había ordenado a mi cuerpo tal cosa nunca habría sido capaz de darme cuenta. Oscuridad no lo describe. No podía escuchar nada, era un silencio inerte. Cuando estás en una habitación a prueba de sonido, aún puedes escucharte respirar. Puedes escucharte estando vivo… yo no podía. Comencé a empujarme hacia adelante, mi corazón palpitando agitadamente era lo único que podía sentir. No parecía haber una puerta del otro lado, no estaba seguro de que hubiese una esta vez. El silencio fue entonces roto por un leve zumbido.
Me giré violentamente al sentirlo detrás mío, pero no podía siquiera ver mi nariz. De cualquier forma, sabía que algo había ahí. El zumbido se acrecentó, más fuerte, más cercano. Di un paso atrás, nunca había experimentado esa clase de miedo. Realmente no puedo describirlo. No temía morir, temía las alternativas. Las luces parpadearon durante menos de un segundo y lo vi. Nada. La habitación estaba de nuevo inmersa en tinieblas y el zumbido era ya un chirrido salvaje. No podía seguir con ese sonido maldito durante otro minuto. Corrí hacia atrás, lejos del ruido, hasta llegar al otro extremo; al dar con la perilla de la puerta la giré y caí a la siguiente habitación.
Antes de que detalle la quinta habitación deben de tener claro algo. Yo no soy un adicto a las drogas. No he tenido historial de abuso de drogas o cualquier tipo de episodios psicóticos fuera de las alucinaciones en mi infancia que mencioné antes, y ésas sólo ocurrían cuando estaba muy cansado o recién despertaba. Entré en La Casa Sin Fin con la mente sana.
Después de caer por el cuarto anterior, mi vista de la habitación número cinco era de espaldas, mirando hacia el techo. Lo que vi no me asustó, simplemente me impresionó. Árboles habían crecido en la habitación y se alzaban por encima de mi cabeza. El techo era más alto que en las otras habitaciones, de lo cual pude conjeturar que estaba en el centro de la casa. Me levanté del suelo, sacudí el polvo, y di un vistazo. Fue sin duda la más grande habitación. No llegaba a ver la salida desde donde estaba, varios arbustos y ramas bloqueando mi línea de visión me debieron impedir de ubicar una. Imaginé que a partir de este punto las habitaciones serían más y más aterradoras, pero esto era un paraíso en comparación con la última habitación. También asumí que lo que fuera que estuviera ahí en la cuarta habitación, se quedó en la cuarta habitación. No lo hizo.
En lo que me adentraba por el área comencé a escuchar lo que uno escucharía si estuviera en un bosque, el ruido de los insectos y el aleteo ocasional de un ave parecían ser mi única compañía en esta habitación. Eso fue lo que más me molestó. Escuchaba los insectos y otros animales, pero no veía ninguno.
Caminé, esperando que tras el siguiente árbol diera con la puerta. Después de unos momentos sentí un mosquito acomodarse en mi brazo. Lo sacudí y seguí andando. Un segundo después, sentí diez mosquitos más volar a mi piel en diferentes lugares. Los sentí arrastrarse de arriba hacia abajo en mis brazos y piernas, y unos pocos bordando mi cara. Hacía un esfuerzo por espantarlos pero seguían viniendo. Cuando vi abajo dejé escapar un grito ahogado. No había un tan solo insecto. Ni un solo mosquito estaba en mi piel, pero podía sentirlos a lo largo de mi cuerpo. Los sentía picarme y los oía volar por mi rostro y alrededor. Me tiré al suelo y comencé a rodar. Estaba desesperado, odio a los insectos, especialmente los que no puedo ver o tocar. Estos mosquitos podían tocarme, y estaban por todas partes.
Me puse a gatear. No tenía idea de a dónde iba, la entrada no estaba por ningún lado, y seguía lejos de encontrar la salida. Así que gateé, con mi piel siendo agredida por esos insectos fantasma. Después de un interminable periodo de tiempo di con la sexta puerta. Agarré el árbol más cercano y conseguí ponerme en pie, perdidamente bofeteando mis brazos y piernas en vano. Traté de correr pero no pude, mi cuerpo estaba agotado de arrastrarse y hacerle frente a lo que fuera que tuviera encima. Emprendí algunos pasos tambaleantes hacia la puerta, agarrando cada árbol en el camino para sostenerme. Fue sólo a unos metros de distancia cuando lo escuché. El mismo insistente zumbido de antes. Venía de la habitación siguiente, y era más grave. La sensación de los mosquitos se reducía mientras el zumbido tomaba fuerza. Al poner mi mano en la perilla, los mosquitos desaparecieron, pero no me atreví a girarla. Esperé, con mi cabeza apoyada en la puerta y mi mano en un agarre tembloroso. El zumbido era tan ruidoso que ni siquiera podía oírme pretendiendo reflexionar. Sabía que de soltar la perilla los insectos volverían y no habría forma de que regresara hasta la habitación anterior. No había nada que pudiera hacer sino continuar.
La sexta habitación seguía, y la sexta habitación era el Infierno.
Hora de aventura: Tronquitos
Me mantendré en anonimato, trabaje solo 6 meses para Pendleton Ward para la primera temporada de hora de aventura, me crean o no, esta historia es verídica Fui parte del Storyboard de tres episodios de Hora De Aventura, pero les contaré algo que me ocasiono mucho miedo, de un episodio llamado “Tronquitos”, Pendleton Ward es un genio, pero detrás de este genio, se oculta un ser BIZARRO, TOTALMENTE un ser retorcido, un ser diabólico se que exagero, pero fue lo que me demostró el episodio de Tronquitos. Querian que fuera simple, un “relleno” para la temporada, ya que se tenia planeado ser un personaje extra, como el Pan de Canela o Mentita, pero Pen, tuvo la grandiosa idea de matar a Tronquitos, ¿como?, con el episodio mas siniestro imaginado por el.
Su idea original era la siguiente: El episodio comienza con Jake y Finn en su casa, Tronquitos toca su puerta, Jake y Finn se emocionan de verla, ella entra:
-Chicos, les tengo una sorpresa -dice Tronquitos
-¿Qué traes Tronquitos? – dice Finn
-¡¡Pays!!-dice Tronquitos.
Originalmente eran de “Hierbas” en lugar de manzanas, Finn y Jake, los comian muy gustosos, entonces, se les dilatan las pupilas, se ve un mundo aun mas Surrealista y entonces el “clásico” Logo “Adventure Time”, aparece. Todo comienza a cobrar vida, sus muebles, las tazas, sin embargo con una que otra broma entre ellos derrotan todos los pequeños monstruos, entonces, se ve enfrente de ellos una serpiente inmensa, Finn con su espada la rebana en dos, y de esta crece un cerdo rojo gritando escalofriantemente, Finn asustado le dice a Jake que lo ayude, Jake estaba acostado y con una enorme sonrisa, Finn decide actuar por su cuenta, y le encaja su espada al pecho, la imagen se entorna negra durante 3 segundos y aparece una escena de su casa, toda destruida y Finn y Jake tirados completamente dormidos, entonces, se ve el cuerpo de Tronquitos sin su trompa y con la espada de Finn encajada en el pecho, Finn se despierta y ve a Tronquitos muerta, ve una nota que estaba en el plato donde estaba el pay de Tronquitos diciendo “Terminense Todo El Pay, y Matenme de Amor”, Finn le grita a Jake, y solo se ve la cara de Jake con los ojos completamente negros volteando a ver la cámara y Exclamando: “Sigues Tuuuuuu”.
Este era el Storyboard de Pen, solo yo y un amigo muy cercano nos pareció muy escalofriante, todos los demás colaboradores quedaron muy impresionados y alagaban a Pen de su gran Storyboard mi amigo fue el único que le dio su opinión al final logró ablandar un poco a Pen, y así cambiaron parte del episodio, pero al final la escena quedo allí . Tronquitos muere (que luego justificaron su muerte al decir que se fue al mundo Cristal, y esto solamente debido al éxito del episodio Tronquitos) y también la mirada diabólica de Jake al final del episodio (ya no tan diabólica . Me tuve que mudar de nuevo y renunciar por que mi madre se puso grave, encontré trabajo nuevo, y aunque fue una experiencia única trabajar con Pen, nunca olvidare ese episodio y su esencia terrorífica y quien no me crea, puede echarle un vistazo al episodio de Hora De Aventura llamado Tronquitos.
+ Hora de aventura: Tronquitos | Creepypasta en español http://creepypastas.com/hora-de-aventura-tronquitos.html#ixzz2kaCRLtPZ
martes, 12 de noviembre de 2013
Abandonado por Disney
Algunos de ustedes habrán oído que Disney es responsable de al menos un real y «vivo» pueblo fantasma.
Disney construyó el centro turístico Isla Tesoro en la Bahía de Barker en las Bahamas. ¡No comenzó como un pueblo fantasma! Los cruceros de Disney realmente llegaban al centro y dejaban turistas para que se relajaran a todo lujo.
Esto es un hecho, pueden buscarlo.
Disney invirtió $30,000,000 en el lugar… sí, treinta millones de dólares.
Luego lo abandonaron.
Disney culpó a las aguas poco profundas que «no permitían a sus barcos navegar adecuadamente», e incluso culpó a los empleados, diciendo que como eran de las Bahamas eran muy holgazanes como para trabajar en un horario preestablecido.
Ahí es donde los argumentos de su historia terminan. No fue por la arena, y obviamente no fue porque «los extranjeros son holgazanes». Ambas son excusas convenientes.
No, dudo sinceramente que esas razones fueran legítimas. ¿Por qué no creo la historia oficial?
Por el Palacio de Mowgli.
Cerca de la ciudad costera de Isla Esmeralda en California del Norte, Disney emprendió la construcción del Palacio de Mowgli a finales de la década de los noventa. El concepto del parque temático era la jungla, con un gran palacio en el centro del lugar.
Si no están familiarizados con el personaje de Mowgli, quizá deberían tratar de recordar la historia El libro de la jungla. Mowgli es un niño que fue abandonado en la jungla, en donde fue criado por animales y a la vez amenazado y perseguido por otros animales.
El Palacio de Mowgli fue un proyecto controversial desde un inicio. Disney compró una tonelada de tierra de alto valor para ello y, de hecho, hubo un escándalo circundando a algunas de las compras. El Gobierno local los acusó de querer «dominar» su territorio, y luego cambió de parecer y vendió las propiedades a Disney. En un punto, una casa que apenas había sido construida fue demolida sin que se dieran motivos.
La tierra que el Gobierno tomó estaba destinada a un proyecto ficticio de la construcción de una carretera. El pueblo, sabiendo de qué iba el asunto, comenzó a llamarla «La pista de Mickey Mouse».
Luego vino el arte conceptual. Un grupo de empleados estirados de Disney convocaron a las personas a una presentación pública. Su intención era venderles la idea de lo lucrativo que sería el proyecto para todos. Cuando mostraron el arte conceptual, ese gigantesco palacio indio rodeado de una jungla, lleno de hombres y mujeres vestidos con taparrabos y equipamiento tribal… baste con decir que todos perdieron la cabeza.
Estamos hablando de un enorme palacio indio, jungla y taparrabos no sólo en el centro de un área relativamente rica, sino también en un área del sur de los Estados Unidos un tanto xenofóbica. Era una mezcla cuestionable para ese punto de la historia.
Pero Disney se apropió de la comunidad y no había nada que se pudiera hacer o decir al respecto. Los medios de comunicación estuvieron en contra del parque desde un comienzo, pero una extraña conexión entre las holdings de los medios de comunicación de Disney y otras instancias locales entró en juego y sus opiniones fueron en dirección opuesta.
Como sea, Isla Tesoro, las Bahamas. Disney puso esos millones y luego partió. Lo mismo sucedió con el Palacio de Mowgli: las instalaciones estaban terminadas, personas realmente llegaron al parque, las comunidades cercanas se atestaron de tráfico y se produjeron los contratiempos usuales asociados a la afluencia de turistas perdidos e irritados.
Luego todo paró. Disney lo clausuró y nadie supo qué demonios pensar. Pero estaban felices por ello. La pérdida de Disney fue muy hilarante para un enorme grupo de ciudadanos que no querían nada de eso para empezar.
Honestamente, no volví a pensar en ese lugar desde que escuché que cerró hace más de una década. Vivía quizá a cuatro horas de Isla Esmeralda, así que en realidad sólo escuché los rumores y nunca experimenté nada de primera mano.
Entonces leí este artículo de alguien que había explorado Isla Tesoro y publicado todo un blog sobre las cosas extrañas que encontró ahí. Cosas… que simplemente abandonaron. Cosas rotas, inutilizables, probablemente arruinadas por los disconformes empleados que habían perdido su trabajo. Hombre, seguramente los habitantes de todo el lugar colaboraron en destruir el centro. Esas personas se debieron de sentir tan enojadas con Isla Tesoro como se sintieron aquí con el Palacio de Mowgli.
Bueno, a lo que trato de llegar es que ese blog sobre Isla Tesoro me puso a pensar. Aun cuando habían pasado muchos años desde que cerró, supuse que sería interesante hacer una expedición al Palacio de Mowgli. Tomar algunas fotos, escribir sobre mi experiencia y probablemente ver si hay algo que me podía llevar a casa como recuerdo.
No voy a decir que no perdí tiempo en llegar ahí, porque sinceramente me tomó un mes desde que encontré ese blog sobre Isla Tesoro animarme a ir a Isla Esmeralda. En el curso de ese mes, por supuesto, investigué mucho sobre el parque temático… o mejor dicho, lo intenté. Naturalmente, ningún sitio oficial de Disney hacía ninguna mención de él.
Aún más extraño, sin embargo, era que aparentemente nadie antes que yo había pensaba en publicar algo acerca del lugar o siquiera subir una fotografía. Ninguno de los programas de televisión local o sitios web de periódicos había dicho nada sobre el parque, aunque eso era lo esperado, puesto que habían decidido seguir el mismo camino que Disney. No iban a estar exhibiendo sus fracasos, ¿saben?
Recientemente aprendí que las organizaciones pueden pedirle a Google, por ejemplo, que remueva enlaces de los resultados de búsqueda… básicamente por ningún motivo. Pensándolo bien, probablemente no era que nadie habló del lugar, sino que sus palabras se hicieron inaccesibles.
Así que en conclusión apenas y podía encontrar el parque. Los lugareños no me ayudaron en nada, pues la mayoría eran inmigrantes que se habían mudado a la playa en años recientes… o antiguos residentes que sólo me hicieron mala cara al momento que empecé preguntar, «¿sabe a dónde puedo encontrar el Palacio de…?».
El viaje en auto me llevó a un excesivamente largo camino de maleza. Plantas tropicales habían crecido descontroladamente y saturado el área junto con las especies de flora nativas que realmente pertenecían ahí, e intentaban reclamar su tierra.
Estaba asombrado cuando llegué a la entrada principal del parque. Era una inmensa puerta monolítica de madera, cuyos soportes en ambos lados parecía como que si se hubiesen extraído directamente de secoyas gigantes. La puerta en sí había sido agujerada en varios lugares por pájaros carpinteros y carcomida desde la base por insectos excavadores.
Colgando en la puerta estaba una lámina de metal con letras garabateadas con pintura negra: «ABANDONADO POR DISNEY». Claramente la obra de algún antiguo residente o empleado que quería hacer una pequeña protesta. La puerta estaba lo suficientemente abierta como para entrar caminado, pero no en auto, así que agarrando mi cámara digital, seguí mi camino a pie.
Los adentros del lugar estaban tan llenos de vegetación como la entrada. Palmeras descuidadas sobre pilas de sus propios cocos; matas de plátano en un estado similar, recubiertas de su propio desecho apestoso y plagado de insectos. Había cierto choque entre orden y caos, ya que plantas perennes sembradas cuidadosamente se mezclaban con la maleza y pestilentes hongos ennegrecidos.
Todo lo que quedaba de la estructura exterior estaba arruinado, sólo era madera podrida y varios trozos carbonizados de materiales inidentificables. Lo más interesante era una estatua de Baloo, el oso amistoso de El libro de la Jungla, que se encontraba en una especie de patio enfrente del edificio principal. Estaba esculpido en una posición jovial con los brazos extendidos hacia uno, viendo a la nada con una sonrisa infantil, con mierda de ave cubriéndole su «pelaje» y enredaderas por toda su plataforma.
Me acerqué al edificio principal, el palacio, encontrándome con que la fachada estaba llena de grafiti en donde la pintura original aún no se había descarapelado. Las puertas de la entrada no sólo estaban abiertas, sino que habían sido separadas de sus bisagras y robadas.
Por encima de las puertas, o el amplio espacio en donde una vez habían estado, alguien pintó una vez más la frase «ABANDONADO POR DISNEY».
Me gustaría poder contarles sobre todas las cosas increíbles que encontré dentro del palacio. Estatuas olvidadas, cajas registradoras abandonadas, una súper secreta sociedad de vagabundos… pero no. El interior del edificio estaba tan escueto, tan vacío, que creo que incluso se robaron la moldura de las paredes. Todo lo que era demasiado grande como para ser robado, mostradores, mesas, árboles artificiales gigantes, se encontraban reposando entre ese espacio deshabitado que amplificaba el sonido de cada paso que daba.
Revisé todos los lugares que podrían parecer interesantes de alguna forma. La cocina era como se imaginarían, un área para preparar alimentos industriales con todos los utensilios y el espacio, sin escatimar gastos. Cada superficie de vidrio estaba rota, cada puerta colgaba de sus bisagras, cada superficie de mental abollada y dentada. Todo el lugar olía a orina. El enorme congelador, ahora ni siquiera remotamente helado, tenía estante tras estante vacío. Había ganchos adheridos al techo, probablemente para colgar carne. Los baños se encontraban en el mismo estado que el resto del lugar. Había una capa como de dos centímetros de agua estancada en el suelo, así que no me quedé mucho tiempo. Lo raro era que los inodoros y lavados (y los bidés en el baño de mujeres, sí fui ahí) goteaban o estaban húmedos, cuando lo lógico era que tuvieron que deshabilitar el servicio de agua desde hace demasiado tiempo.
Había muchos cuartos en el parque, pero naturalmente no tenía tiempo para revisarlos todos. Los pocos que sí revisé estaban igualmente destruidos, y no esperaba encontrar nada en ellos. Pero pensé que había un televisor o radio en una habitación, porque me parece haber escuchado una conversación silenciosa viniendo de ella; aunque eran más como susurros, tal vez el eco de mi respiración o sólo otro caso del sonido de agua fluyendo engañando a mi mente… pero sonó como esto:
1: «No lo creía».
2: (respuesta corta, desconocida).
1: «No lo sabía. No lo sabía».
2: «Tu padre te lo dijo».
1: (respuesta desconocida, o posiblemente sólo sollozos).
Lo sé, lo sé, suena ridículo. Solamente les estoy contando lo que vivencié, por qué creí que podría haber alguien en esa habitación —o peor, unos maleantes que se habían ocultado ahí y probablemente me habrían acuchillado—.
Cuando había vuelto a la entrada del palacio supuse que no había encontrado nada que valiera la pena y había perdido mi tiempo.
Mientras miraba fuera de la puerta, noté algo interesante en el patio, que aparentemente había pasado por alto. Algo que podría darme al menos una cosa que mostrar y que me retribuyera lo que invertí en el viaje, aun si se trataba de una fotografía.
Había una estatua realista de una pitón, quizá de 20 metros, enrollada y «asoleándose» en el pedestal ubicado en el centro de la zona. Ya casi era tiempo para que el sol se metiera, así que la luz caía sobre el objeto en el ángulo perfecto para una fotografía.
Me acerqué a la pitón y le tomé la foto. Luego me puse de puntillas y le tomé otra. Me acerqué un poco más para ver los detalles de su rostro.
Lentamente, casualmente, la pintón levantó su cabeza, miró directamente hacia mis ojos, se giró y bajó del pedestal, yendo hacia los árboles.
Todos los 20 metros. Su cabeza desapareció entre el bosque antes de que su cola siquiera abandonara el pedestal. Estaba atontado, completamente estupefacto. Mi boca debió de estar abierta una eternidad antes de que volviera en sí y la cerrara. Parpadeé un par de veces y retrocedí de donde había estado la serpiente, hacia el palacio. Aunque ya se había ido, no me iba a exponer a nada y regresé al edificio.
Di un respiro y me abofeteé la cara para recobrar la noción de dónde estaba. Busqué un lugar para sentarme, ya que mis piernas se sentían como gelatina en ese momento. Por supuesto, no había ningún lugar para sentarse, a menos que quisiera reclinarme en las esquirlas de vidrio y la alfombra de plantas muertas o apoyarme sobre la mesa de fiabilidad cuestionable.
Había visto unas escaleras cerca del vestíbulo del palacio, y decidí ir ahí para sentarme hasta que me sintiera mejor. Las escaleras estaban lo suficientemente lejos de la parte anterior del edificio como para estar relativamente limpias, aparte de una ligera concentración de polvo. Tomé una lámina de metal de la pared con el mismo lema de «ABANDONADO POR DISNEY» al que ya me había acostumbrado. Puse la lámina sobre el escalón y me senté en ella para mantenerme un tanto limpio.
La escalera conducía hacia abajo, por debajo del nivel del suelo. Usando el flash de mi cámara como una linterna improvisa, pude ver que los escalones terminaban en una puerta de malla metálica con un candado. Había un letrero en la puerta, un letrero real, que decía, «¡SÓLO MASCOTAS! ¡GRACIAS!».
Esto me levantó un poco los ánimos, por dos razones. Primero, porque un área de «sólo mascotas» definitivamente tuvo que tener cosas interesantes en sus días. Segundo, porque el candado seguía en su lugar; nadie había ido ahí abajo, ni vagos, ni maleantes, nadie.
Ese podría ser el único lugar «explorable», y tal vez encontraría algo para fotografiar o robar —había ido al palacio mentalizado de que estaba bien llevarme cualquier cosa, porque, hey, «abandonado»—.
No me llevó mucho romper el candado, el tiempo había hecho la mayor parte del trabajo. El área fue un cambio agradable del resto del edificio. Para empezar, cada dos o tres lámparas de techo había una que sí funcionaba, aunque parpadeaba y se apagaba de un momento a otro. Tampoco había sido robado o roto nada aún.
Las mesas tenían libretas y bolígrafos, había relojes, las sillas estaban regadas y había un pequeño cuarto de recreo con un viejo televisor en estática y comida y bebidas caducadas en los mostradores. Parecía una de esas películas post-apocalípticas en las que todo permanece como se encontraba para el momento de evacuación.
Mientras caminaba por los corredores de ese sub-sótano, los escenarios se volvían más y más interesantes. Las mesas y escritorios estaban caídos, había papeles en el suelo hechos una masa en el piso mojado, y una larga capa de moho estaba cubriendo el originalmente rojo tapiz del suelo.
Todo estaba severamente humedecido. Los productos de madera se desintegraban cuando le aplicaba la más mínima fuerza, y las vestimentas colgadas en ganchos en una de las habitaciones simplemente se deshilaban cuando trataba de descolgarlas.
Algo que me molestó fue que las luces se volvían cada vez más escasas en tanto me adentraba en los acuosos y sofocantes interiores de ese lugar.
Eventualmente, llegué a una puerta pintada de negro y amarillo, con las palabras «ARREGLO DE PERSONAJES 1» pintadas en la parte superior. Supuse que era probablemente en donde guardaban los disfraces, y definitivamente quería una foto de ese desastre lúgubre y apestoso.
Dentro, el cuarto era exactamente como me lo imaginaba. Varios disfraces de Disney colgados en las paredes como extraños cadáveres de caricatura colgando de lazos invisibles. Había todo un estante de taparrabos y vestimentas «nativas» al final.
Lo que encontré extraño, y lo que quería fotografiar de inmediato, era un disfraz de Mickey Mouse en el centro del cuarto. A diferencia de los demás disfraces, éste estaba recostado sobre su espalda en el centro como la víctima de un asesinato. El pelaje del disfraz estaba raída y descosiéndose, resultando en varios agujeros en la tela.
Lo que era aún más extraño, sin embargo, eran los colores del disfraz. Se veía como el negativo de una fotografía del Mickey Mouse real. Negro donde debería ser blanco y blanco donde debería ser negro. Su overol rojo era azul claro.
La escena me desconcertó lo suficiente como para que decidiera fotografiarlo de último. Le tomé fotos a los disfraces colgando de las paredes. Ángulos hacia arriba, ángulos hacia abajo, tomas laterales para mostrar una entera fila de rostros de caricatura congelados y pútridos, a algunos faltándole un ojo de plástico.
Luego decidí armar una escena. Sólo una de las cabezas de esos personajes desaliñados en el resbaloso y mugriento piso. Me acerqué a la cabeza del disfraz del Pato Donald y la retiré cuidadosamente para que no se fuera a deshacer en mis manos.
En lo que miraba a la mohosa cabeza de ojos grandes, un fuerte sonido de algo cayendo me hizo sobresaltarme.
Vi hacia mis pies, y entre mis zapatas había un cráneo humano. Había caído de la cabeza de la mascota y se había hecho añicos en el suelo; sólo quedaban el rostro vacío y la mandíbula inferior, viendo hacia mí.
Solté la cabeza del pato inmediatamente, como se esperaría, y me moví hacia la puerta. Mientras estaba parado en la entrada, volteé a ver al cráneo en el suelo.
Le tenía que tomar una foto, ¿saben? Tenía que, por un sin número de razones que pueden sonar tontas, pero sólo si no lo piensan a fondo.
Iba a necesitar pruebas de que esto pasó, especialmente si Disney iba a hacerlo desaparecer de alguna manera. No tenía ninguna duda en mi cabeza, desde el comienzo, de que aun si sólo se trataba de negligencia grave, Disney era responsable de esto.
Ahí fue cuando Mickey, esa versión en negativo de él a la mitad del cuarto, se empezó a levantar. Primero sentándose, luego apoyándose sobre sus rodillas. Ese disfraz de Mickey Mouse… o lo que estaba dentro de él, se puso de pie, viéndome fijamente con su rostro falso mientras yo murmuraba «No…» una y otra vez.
Con mis manos temblándome, mi corazón palpitando violentamente y piernas que de nuevo se habían convertido en gelatina, alcancé a levantar la cámara y apuntarla a la criatura que ahora me estudiaba.
La pantalla de la cámara digital mostraba sólo pixeles muertos en la forma de esa cosa. Era una silueta perfecta del disfraz de Mickey. Cuando la cámara se movía por mi pulso tembloroso, los pixeles se dispersaban, alterando la pantalla a donde quisiera que la silueta de Mickey se moviese.
Luego la cámara murió. La pantalla se tornó negra y silenciosa… e inservible.
Alcé la vista de nuevo hacia el disfraz de Mickey.
«Oye», dijo con una voz débil y distorsionada, pero que remedaba perfectamente a la de Mickey Mouse, «¿quieres ver cómo me quito la cabeza?».
Comenzó a tirar de su propia cabeza, posando sus torpes dedos enguantados alrededor de su cuello con movimientos impacientes, como un herido que trata de liberarse de las mandíbulas de su depredador.
Mientras empujaba con sus manos desde su cuello… tanta sangre…
Me di la vuelta, escuchando el enfermizo sonido de prendas y carne siendo rasgadas… sólo me interesa salir. Arriba de la entrada del cuarto, vi el último mensaje tallado en el metal:
«ABANDONADO POR DIOS».
Nunca logré sacar las fotos de la cámara. Nunca hice la entrada de blog sobre ello. Luego de que hui de aquel lugar, de que hui por mi cordura, si no es que por mi vida, comprendí por qué Disney no quería que nadie se enterara de su existencia.
No querían que nadie como yo entrase.
No querían que nada como eso saliese.
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lunes, 11 de noviembre de 2013
El usuario g00gle_240394
Tenía yo dieciséis años cuando comencé a trabajar. Mi primer trabajo fue en un cibercafé en el cual trabajaba un amigo, gracias a él entré a ese lugar. Él estuvo enseñándome todo lo que debía saber por algunas semanas; después de ese lapso de tiempo dejó el trabajo y me quedé solo por casi dos meses. En ese transcurso de tiempo recuerdo un día muy peculiar, cuando conocí a un usuario llamado g00gle_240394. El nombre me extrañó un tanto, pues llevaba la palabra Google escrito con dos ceros sustituyendo las o, pero supuse que sólo era alguien aburrido, porque lo primero que me dijo fue, «¿Qué estás haciendo?».
Antes de contestar miré a mi alrededor, pues el chat por el cual me comenzó a hablar era el que controlaba los ordenadores en el cibercafé. Los usuarios del servicio usaban ese chat casi nunca, sólo lo ocupaban algunos tímidos para enviar mensajes como «¿Puedo mandarte a imprimir?» o «¿Me permites usar tu baño?». Normalmente, el chat lo ocupábamos los que estuviéramos de encargados para avisarles que íbamos a cerrar o alguna cosa por el estilo. El local estaba casi lleno, pero el mensaje fue enviado desde una máquina que el PC del administrador (es decir, yo) no reconocía. La ventana del chat se veía algo así:
Cyber Chat: Admin 02 PC: 00
g00gle_240394: ¿Qué estás haciendo?
Supuse que algún tipo listo había cambiado la configuración de su ordenador. Si ese mismo tipo había logrado cambiar el nombre predeterminado del usuario, el cual debería ser en el chat algo como «Usuario PC 01», pues entonces también era capaz de cambiar la configuración predeterminada de su máquina. Para asegurarme, le contesté:
«Veo q cambiaste la configuración de tu maquina, pero quien es tan tonto como para enviar un mensaje al administrador después de hacer algo así, gracias a esto ya lo note, pon todo en orden por favor, gracias».
Tardó un par de segundos en contestar, pero al hacerlo sólo se disculpó y no volvió a escribir. No supe quién había sido, pues luego revisé todas las máquinas por medio de la mía y no vi ningún mensaje enviado. Tal vez fue alguien robándose la señal, de todas formas sólo era el encargado del local, así que no podía hacer mucho. Cuando estuve con el dueño, antes de cerrar, le comenté lo sucedido, y él me dijo que lo revisaría y me retiré. Al día siguiente mi jefe me dijo que no había ningún interceptor en la señal, pues la única forma de conectarse era por medio del cable de Ethernet; me refrescó la memoria diciendo que habíamos desactivado la señal wi-fi porque varios negocios de la cuadra la utilizaban y eso ralentizaba la red. No respondí nada, pero me quedé con la duda.
Pasaron un par de días y ya me había olvidado de lo sucedido, pero ese usuario volvió un día por la tarde, haciendo la misma pregunta. Esta vez no le contesté y decidí mostrarle a mi patrón el mensaje para así poder saber de dónde provenía. Transcurrieron aproximadamente unos 20 minutos hasta que apareciera en el chat que el usuario g00gle_240394 estaba desconectado. En ese momento mi jefe entró al lugar y le dije que viera a la pantalla; lo que le mostré fue una ventana de chat sin PC seleccionada y en blanco, totalmente en blanco. Me preguntó la razón por la que le había mostrado eso, pero me limité a decir, «Vaya que soy descuidado, creo que lo cerré, olvídelo, no era nada…».
Ese día me sentí como un tonto y pensé que lo mejor era que yo mismo descubriera a ese sujeto. Llegué a mi casa y descargué un programa para localizar ordenadores alrededor del mundo. Pasaron muchos días sin que apareciera, casi dos semanas. Había instalado el programa en la máquina del cibercafé.
Entonces llegó el día, g00gle_240394 volvió con su pregunta. Inmediatamente busqué el programa y me di cuenta de que no estaba en donde lo había dejado, sin acceso directo o archivos en disco; mas no me detuve ahí —pensé que mi jefe pudo haberlo borrado, pues cada vez que descargaba algo sin una explicación, él solía borrar los archivos sin dar previo aviso—. Busqué de nuevo el programa, pero al estar descargándolo ese sujeto se desconectó… sólo que esta vez me dijo lo siguiente antes de retirarse:
«Si querías saber de dónde soy, ¿por qué no lo preguntaste?».
Al parecer él sabía, de alguna manera, que lo quería localizar. El archivo se descargó y comencé a rastrear la procedencia del mensaje, pero casi al finalizar la ventana volvió a ponerse en blanco como la vez pasada y el programa marcó «error». No me di por vencido y lo guardé en una USB, de esta forma no correría el riesgo de perder el programa de nuevo.
Él volvió a escribirme justo al día siguiente. Sabía cómo funcionaba el programa, así que decidí entretenerlo mientras terminaba de buscar. Hizo la misma pregunta:
«¿Qué estás haciendo?».
«Trabajo, q me dices tú???».
«Interesante, ¿acaso trabajas en un cibercafé?».
«Como lo sabes???».
«Tienes internet, estás conectado todo el día. Si estuvieras en una oficina o algo similar, no podrías tener acceso a la red tan constantemente. ¿Acaso crees que te estoy espiando?».
«Nada d eso, simple curiosidad, tu q me cuentas, aun no me respondes».
El programa estaba por terminar, cuando él dijo lo siguiente:
«Nada… Oye, lo siento. Me tengo que ir. Pero por si te aburres, o quieres saber en dónde estoy aún, revisa este enlace: http://archives/map/register_ssxa44a2gghdfg12/g00gle_240394».
El programa marcó error de nuevo, pero, al parecer, el sujeto era o torpe o quería jugar conmigo, tal vez confundirme. Entré al enlace por curiosidad, y porque supuse que mis intentos por localizarlo seguirían fallando. Mi sorpresa no fue mucha, pues el enlace conducía a una foto de la calle en donde se encontraba el cibercafé, sólo que ésta se veía distinta. Creí que él la pudo modificar o que era la misma calle antes de que yo la conociera. Cuando mi jefe llegó para cerrar, pensé en mostrarle la imagen, pero no pude ubicarla; busqué en el historial sin ningún éxito. Mi jefe no dijo nada, sólo me miró extrañado por mi comportamiento.
Al otro día, luego de que mi jefe se había ido, g00gle_240394 comenzó a chatear conmigo. Esta vez intenté sacarle alguna respuesta.
«Hola amigo, ¿qué tal tu día?».
«Pues apenas empieza, en donde estamos, según tu foto de ayer, apenas son las…», antes de que terminara de escribir, él mandó un mensaje:
«9».
«¿?», le escribí.
«Son las 9, 9:03 a.m., para ser exactos».
«Bueno mi reloj dice q son las 9:00 a.m. pero son solo minutos d diferencia».
«¿Y qué tal si fuera más que eso?».
«A q t refieres???».
«¿Recuerdas la foto? Creo que no podrás seguir trabajando aquí por mucho».
«Quieres decir q vienes del futuro o algo así???».
«Podemos decirlo así».
«Cual es tu nombre real???».
«Google».
«Aha y yo me llamo Wikipedia Jajajajaja», le respondí sínicamente.
«No, tu nombre real es Guillermo, pero prefieres que la gente te llame Dracko».
En ese momento no me asusté, pues si el tipo era un gran informático (algo de lo que no me cabía la menor duda) pudo averiguar todo eso gracias a la infinidad de redes sociales y otros sitios a los que me he registrado. Entonces le dije:
«Veo q eres bueno para esto, debes ser un Hacker, si es así, por q sigues a alguien como yo y no a la CIA o el FBI, no sé, podrías cambiar las acciones d FaceBook a tu favor, por q me sigues a mi???».
«Sencillo, porque el dinero no me es útil; ¿para qué quiero eso si no lo necesito? En cambio, si logro encontrar a alguien que me ayude, como tú, eso podría servirme más que el dinero.
«Quieres decir q necesitas a alguien… Para???».
«Una página, una que pueda ser constantemente visitada. Tal vez varias páginas. Creo que me serviría alguien como tú para esto, tienes el tiempo libre suficiente como para ayudarme, aparte de que busco a alguien en particular, y tú lo localizarás más rápido que yo».
«Paginas, solo eso, por q no hackeas una ya existente???».
«Porque ya son mías, cualquier página que te llegue a la mente; y no sólo eso, los dueños de estas páginas son personas como tú, a las que también contacté y las volví ricas y poderosas. Digamos que soy el dueño de estos seres».
«Acaso estas Trolleandome??? Q sigue, dirás q eres el diablo y estas consumiendo almas, por eso FB y YouTube son tan conocidos, por q los creadores vendieron sus almas y ahora tienen lo q querían…».
«No lo mal interpretes, no tengo nada que ver con algo sobrenatural. Te lo dije antes, soy Google, ¿acaso eso no te suena familiar?».
«Demuéstralo viejo…».
«http://google.com.mx».
«Vaya, se nota q eres google ¬¬…».
«Sé tus contraseñas, las biografías de tus páginas, con todas las modificaciones que les has hecho. Sé todo lo que has llegado a registrar entrando en mí, tu historial, incluso el eliminado. Mira esto, incrédulo… http://archives/map/register_ssxa44a2gghdfg12/g00gle_240394».
Entré al enlace y éste llevaba a la misma imagen del día anterior, lo que no demostraba absolutamente nada; aún seguía creyendo que era un hacker troll sin nada más que hacer, pero mi curiosidad era grande, así que continúe la conversación:
«Bien “Google” y q es lo q hare por ti???».
«Sencillo, revisa esto: http://hiawfgfhjy518ss1ffg4d5f121fd8g7s».
Era un enlace que llevaba a una página vacía de fondo negro, nada especial. Entonces le pregunté:
«Q con esto???».
«Necesita algo relevante, ¿no lo crees? Tal vez una imagen, algo como esas ventanas emergentes. Puede ser un enlace troll como Ooskar o Goatse.cx, algo que haga que la audiencia trabaje por sí sola.
«Por q no subes tu imagen alterada, la d esta calle???».
«Buena idea, pero no puedo usar el registro de esa imagen hasta que suceda».
«Suceda???», pregunté algo impactado. «Q debe suceder???».
«Lo que ves en la foto, su registro será el día miércoles de la semana que viene. De hecho, a la imagen la subirán desde tu cibercafé; es una fotografía tomada con un Sony Ericsson W580. Ésta será tu prueba, así verás que yo soy Google, mientras tanto, me retiro. Pasado este suceso te contactaré, exactamente a las 4:22 p.m., para acordar lo que se subirá a nuestro sitio».
Mi amigo navegador se desconectó y me dejó pensando. La curiosidad de saber qué pasaría era grande en mí, así que esperé a ese miércoles.
Habíamos cambiado la ubicación del cibercafé hace dos o tres días, apenas comenzábamos a trabajar de nuevo cuando llegó mi jefe a mostrarme algo; era la foto de la que había hablado con g00gle_240394. Mi jefe me contó que tuvimos mucha suerte, pues hace un par de horas, un accidente sucedió en la calle en la que anteriormente trabajábamos. Un tráiler de combustible se volcó y esto ocasionó una fuerte explosión. Mi jefe, emocionado, me pidió que me moviera de la máquina; vi lo que estaba haciendo y él estaba subiendo la foto, para después publicarla en sus redes sociales contando lo sucedido y la suerte que tuvo al irse de ahí. Eran las 4:20 p.m. y mi jefe seguía en la máquina, y pensé que él al fin lograría ver a g00gle_240394. Esto me alegró, pero de un momento a otro recibió una llamada, desconectó su teléfono del ordenador, el cual era exactamente un Sony Ericsson W580, y atendió la llamada. Colgando me dijo que ya se iba. Faltaba sólo un minuto, por lo que le pedí que esperara, pero me contestó que no podía, que se tenía que ir urgentemente, y luego de que abandonó el establecimiento, el mensaje llegó. Le grité y le pedí que volviera, pero me dijo que fuera lo que fuera, tendría que esperar.
Miré el mensaje, era de g00gle_240394, y decía:
«Hola de nuevo. El gran día llegó».
A decir verdad, me pareció extraño que lograra localizarme, tal vez la subida de la imagen fue lo que delató mi ubicación, pero eso era lo de menos. Él había acertado en cuanto a lo que sucedió, la fotografía era exactamente como la recordaba. Al ver que tardaba en responder, mandó otro mensaje.
«¿Acaso no te alegras de conversar conmigo de nuevo?».
«No es eso», le dije. «Es solo que no me lo esperaba, bueno, tal vez en algún sentido lo esperaba, mas no estaba seguro de que volveríamos a estar en contacto…».
«Entonces, ¿estás listo?».
«Supongo, d q se trata?».
«¿Sabes lo que significa el término snuff?».
«Si, eso, lo paranormal y el gore son muy famosos en la red, claro después d la porno…».
«Sí, eso pensé. Sé que has llegado a curiosear sobre todos esos términos, así que espero que estés listo para lo siguiente: http://hdakdfuyrkfisd2654gsaafd1f5dfsdfds5fds4fdf4ds5f4d5f4d5f».
Entré al enlace, pero esta vez era algo más fuerte, pues esta vez me sorprendió ver al que parecía ser mi jefe, muerto; pero no sólo había sido asesinado como en cualquier homicidio, ésa parecía la obra de un psicópata sanguinario. No pude mirar la imagen por mucho tiempo, la cerré casi de inmediato y le exigí que me diera una explicación.
«Es lo que quiero en nuestra página…».
«No entiendo, debo fotografiar a un muerto y subir la imagen???».
«Algo así, pero no es tan sencillo…».
«No entiendo…».
«Tú eres quien debe asesinarlo».
«COMO?!?!?!».
«No hay más explicaciones, sé que lo harás».
«Y q si me niego???».
«No hay vuelta atrás, pues ya sabes de lo que se trata. Tu cuenta está hecha, y ahora debes hacerlo si no quieres que tu registro sea dado de baja, o que nuestra página tenga algo así, como… ¡TÚ en el lugar de ese cadáver!».
«Jajajajaja… Esto es estúpido, no se por q t sigo el juego, vete al diablo!!! .l.».
Cerré la conversación y llamé a mi jefe. Le dije que teníamos problemas con la luz, que se había ido y no volvía, a lo que él respondió que cerrara en veinte minutos si no regresaba. Entonces cerré y me fui de ahí, no esperé que el tiempo pasara, sólo esperé los veinte minutos una vez fuera para poder marcarle y decirle que iba a cerrar.
Estaba en mi casa y aún pensaba en la imagen y en esas tan extrañas conversaciones… Por la noche no pude dormir.
Al día siguiente llegué al trabajo algo tarde, pues estaba desvelado y aún seguía un poco asustado por lo sucedido. Hablé con mi jefe para informarle que no podía seguir trabajando ahí; me preguntó por qué, pero sólo le mentí, diciendo que era por mis estudios. Aceptó, pero me pidió que me quedara un par de días más para así encontrar a alguien que me reemplazara. Sin más remedio me quedé. Él estuvo conmigo todo el día, así que no supe nada de g00gle_240394 en el transcurso de éste.
Pasaron dos días más sin saber nada de g00gle_240394, pero aún seguía teniendo insomnio y terrores nocturnos, sentía que me volvía paranoico, en especial cuando mi jefe salía o me dejaba solo.
Ese día llegó una chica que venía por el empleo, era una chica linda, simpática y amistosa; jamás olvidaré cómo era ella antes, ese día que la conocí. Se llamaba Victoria, pero le gustaba que le dijeran Vicky. El mismo día le enseñé lo que debía hacer, pero no podía dejar de actuar como un maldito loco, me desconcentraba con facilidad y no podía hablarle tranquilamente. Me sentía nervioso, sentía que algún mensaje llegaría. Eso me hizo recordar que cuando comencé a trabajar en el cibercafé, mi amigo, que estaba en el puesto antes que yo, actuaba de una manera semejante, quizá porque él también había sido acosado por Google, le pidió hacer algo que no quería y mi amigo abandonó el lugar.
Cuando terminó nuestra jornada laboral nos fuimos juntos, y esta chica, algo preocupada, me preguntó si yo estaba bien, a lo que sólo le advertí:
—¡Nunca, nunca…! ¡Escúchame con atención, jamás hables con alguien que no conozcas por chat, no lo hagas; Google te buscará y, una vez dentro, no habrá salida!
Una vez que dije eso, salí corriendo y me dirigí a mi casa. Estando ahí traté de localizar a mi amigo, comencé vía internet, pero no encontré sus antiguas cuentas en redes sociales, páginas de juegos ni correo electrónico; era un fantasma en la red. Mientras me encontraba buscándolo, pasó lo esperado. Un mensaje llegó, pero esta vez sólo dijo algo y se desconectó. Lo que decía el mensaje era:
«Más vale que lo hagas, no corras el mismo destino que g00gle_010692.
http://archive/g00gle_010692/fg1f5g4fgfd5g4sd8f4eq65f78ef4».
Mi curiosidad me llevó a una respuesta. El enlace me condujo a una clase de perfil de mi amigo. Anoté el número de su celular y apagué el equipo, pues no pensaba quedarme a esperar a que otro mensaje llegara. Marqué el número un par de veces, sin respuesta. Justo cuando dejé de marcar y estaba a punto de irme a la cama, una llamada entró. Contesté y era mi amigo, el cual me preguntó sólo una cosa:
—Dracko, ¿eres tú?
—Sí, soy yo viejo.
No sé cómo supo que era yo, pero no dudé en preguntarle si nos podíamos ver. Él acepto y acordamos un punto.
Al día siguiente me encontré con mi amigo, el cual lucía tranquilo, transmitiéndome la idea de que no pudo pasarle nada de lo que a mí me estaba pasando. Él comenzó la charla.
—Cuánto tiempo, vaya, apenas y me acordaba de ti. ¿Cómo has estado?
—Bien, yo… —No quise hacer más rodeos y fui al grano—. Viejo, ¿qué sabes de un usuario llamado google guion bajo 24, 03, 94?
Su cara se puso pálida, y sólo me dijo:
—Me tengo que ir, fue un error venir a verte, tengo que trabajar…
—No, espera, necesito respuestas. Ese usuario me está acosando, amenazando y, por lo visto, lo conoces. Dime qué es lo que sabes.
Él estaba a punto de retirarse, estaba de espaldas, y me contestó con lo siguiente:
—No sé por qué olvidé mencionar eso cuando tomaste mi empleo, pero ahora lo siento, en serio, por segunda vez… Por ti…
—¿A qué te refieres? —pregunté curioso.
—Lo siento, pero creo que para remediarlo puedo terminar lo que empecé ese día, antes de que ellos vuelvan…
Una mirada psicópata y una sonrisa demoníaca se dibujaron en su rostro. Entonces se lanzó hacia mí gritando que en serio lo sentía. No supe qué hacer, sólo intenté defenderme; pero cuando él estaba sobre mí y yo estaba en el suelo, un extraño sujeto encapuchado se acercó a nosotros y golpeó fuertemente a mi amigo, quitándomelo de encima. Lo escuche decir:
—Tu tiempo se acabó, es hora de cerrar sesión.
Una vez que estuve libre intenté escapar, pero escuché un tremendo grito desgarrador y, al voltear, vi a mi amigo pidiéndome ayuda; el sujeto encapuchado lo había atravesado con un fierro, con el cual después lo golpeó frenéticamente. Sólo fui capaz de seguir corriendo, pero cuando comencé a correr, un mensaje llegó a mi celular. Era Google nuevamente, me había enviado un mensaje, que decía:
«Vuelve y tómale una fotografía, sólo eso. Te he facilitado el trabajo, ¿no lo crees?».
No recuerdo bien qué fue lo siguiente que hice ese día, pero al día siguiente, al lograr reaccionar, estaba en la ducha. Salí y un mensaje estaba en mi celular, éste tenía un número que, según decía, era una cuenta bancaria en donde podría cobrar lo ganado por la fotografía. Decidí ignorarlo y apagué el celular… sólo quería olvidarlo todo.
Pasó un año, pensé que ya había acabado para mí, pero sólo lo había ignorado por un largo tiempo. Había dejado de utilizar teléfono celular con cualquier servicio de internet, borré mis cuentas de cualquier servicio en línea y me alejé de la web en cualquier aspecto desde ese día. No había olvidado por completo lo sucedido, pero al menos intentaba no recordarlo. Un día, sin embargo, en mi nuevo trabajo, el cual era en un supermercado, en uno de esos que abren las veinticuatro horas del día, vi a Vicky. Eran alrededor de las dos de la madrugada. Sabía que era ella, jamás olvidaría a nadie involucrado en ese maldito evento. Vicky se veía más demacrada y muy alterada, no era la chica que yo recordaba. Entró al lugar y me miró fijamente, para luego decir:
—Al fin te encuentro…
Su cara estaba pálida, tenía unas ojeras tremendas y simplemente se veía devastada; su voz sonaba entrecortada y débil. Preocupado, le pregunté:
—¿Qué sucede, por qué me buscabas?
No entendí bien lo siguiente que dijo, pues se desplomó en el piso, desmayada. Lo que creí entender fue… «Google»…
La llevé a mi auto y la recosté ahí, y pedí permiso para irme. Llegué a casa, recosté a Vicky en mi cama y yo me recosté en el sofá. No podía conciliar el sueño, pues todas esas memorias llegaban a mi mente una y otra vez de nuevo, sin dejarme en paz. Decidí leer algo para ignorarlo, desde que me había alejado del internet solía leer, normalmente novelas de misterio y cosas de detectives; me gustaba distraerme con eso, pues con los libros me sentía seguro. Apenas comenzaba a leer cuando escuché a Vicky gritar. Corrí a mi habitación y miré a todos lados; ella estaba sola, pero me dijo con voz débil que necesitaba mi ayuda. Aún tenía dudas sobre por qué me estaba buscando, así que le pregunté:
—¿Por qué dices que me buscabas?
—Ellos vendrán por mí. Me dio curiosidad saber quién era ese sujeto que me hablaba por chat… debí haberte hecho caso. Él me dijo que ahora no habría salida.
—¿Salida de qué?
—Ahora… debo asesinarte, o ellos me mataran a mí.
—Dime que tú no…
Me sorprendió lo que escuché, pero decidí ayudarla, pues supuse que ella también se había involucrado con Google. Le pregunté más, pero sólo me mostró una foto con su celular y se quedó dormida; estaba débil y necesitaba descansar. Miré la foto y me sorprendió, era una de un homicidio similar al de la foto que yo recibí. Era yo, sólo que me veía muerto en un sentido más… tranquilo, ya que sólo se podía apreciar una porción de mi cuerpo con un agujero de bala en la frente, algo más práctico que la última vez. El nombre del archivo era «http://user_g00gle_240394_29_april_2012/fghfd1g4g56df2d1f2a4ff4af1d2/log_out».
Miré la URL un rato y me percaté de algo que no había notado en enlaces enviados por este asesino: estaba escrita lo que parecía ser una fecha. No podía dormir, no dejaba de mirar a Vicky, en lo único que pensaba era que sería asesinado. Me senté en el piso, y después de un rato de lectura e incómodos pensamientos, logré dormir.
Un olor nauseabundo me despertó. Estaba recostado en mi cama, y ésta se encontraba bañada en sangre. Me volteé, y vi a lo que parecía ser Vicky acribillada; al parecer alguien la había matado. Sus órganos estaban esparcidos por toda la habitación, al igual que su sangre. Cuando logré salir del shock me levanté rápidamente de la cama y noté que el celular de Vicky estaba en mis manos. Tenía puesta una dirección que me recordó mucho a lo que Google llamaba «nuestra página», sólo que la URL se parecía a la del día anterior, con un pequeño cambio:
«http://user_g00gle_240394/change/g00gle120393_03_april_2012/fghfd1g4g56df2d1f2a4ff4af1d2/log_out».
Había escrito otro «google» con números ahí. Decidí ver la página, ésta solamente contenía un video sin título. Lo reproduje, la calidad era de no más de tres pixeles. Supuse que g00gle_240394 lo había editado para que se viera más tenebroso, pues al comenzar se veía a la silueta de alguien con un cuchillo, acercándose a la cámara y comenzando a rondar el cuarto. No logré ver mucho hasta que encendió una pequeña luz, tal vez una lámpara; en cuanto esto sucedió descubrí que era mi cuarto.
Grabó la cama en la cual se encontraba Vicky, pero no estaba dormida, ella estaba despierta, atada a la cama y amordazada. La silueta se acercó y, en un acto al estilo Guinea Pig: Flowers of Flesh and Blood, grabó una pequeña mesa que tenía en mi cuarto, sobre la cual había un mantel, una charola y varios utensilios de uso cotidiano, asemejándose grandemente a esas mesas que los cirujanos utilizan para colocar sus herramientas. Sabía exactamente que lo sucedería, pues el cadáver de Vicky ahora se encontraba en mi cuarto.
El video continuaba, el sujeto que grababa hacía que pareciera que el espectador era quien estaba haciendo todo eso, como una clase de video en primera persona. Tomó un desarmador con una mano, se acercó lentamente a Vicky, acarició su pierna y con un violento movimiento lo clavó en su pierna; grabó su rostro, podía apreciarse el dolor en ella, se escuchaban apenas sus gritos y gemidos. Volvió a la toma del desarmador y comenzó a retorcerlo dentro de su pierna, luego lo sacó y volvió a la mesa, de la cual tomó un cuchillo de cocina común y corriente. Se acercó nuevamente a Vicky y esta vez no la lastimó, sólo utilizó el cuchillo para desgarrar su ropa.
La siguiente escena fue algo tan sumamente enfermo, que la única forma en la que la podría describir, es diciendo que esta escena parecía sacada de la película A Serbian Film. El sujeto puso la cámara en un lugar donde pudiera grabarse lo que hacía claramente. Durante unos veinte minutos aproximadamente, él violó a Vicky, pero eso no fue nada. Después de ese tiempo, el sujeto comenzó a acuchillarla en sus extremidades de modo que sólo la hería sin matarla, y de un momento a otro, se detuvo; Vicky lloraba, y se vio al sujeto levantarse tranquilamente y salir de escena, para después entrar con una licuadora. La conectó y la encendió, entonces introdujo la mano de Vicky y la destrozó por completo, pudiéndose ver cómo la sangre y trozos de carne desechos volaban por la habitación.
La agónica escena se cortó y se vio un ángulo distinto, como si alguien más grabara. Se veía el brazo de Vicky, el que no fue dañado por la licuadora, y una segueta comenzó a hacer un corte brusco en él; Vicky intentaba zafarse, ese forcejeo inútil sólo causaba que el sujeto hiciera varios cortes en su brazo. Cuando estaba a punto de cercenarlo, ella lo arrancó de un jalón y se escuchó un grito tremendo, a pesar de estar amordazada, los gemidos eran fuertes y me hacían sentir el dolor que ella sintió.
El video comenzó a fallar, y luego de unos segundos la toma se recuperó, sólo que esta vez Vicky ya estaba muerta y totalmente desecha, era sólo un tronco sin forma alguna en su rostro y desgarrada de cualquier otra parte. La toma se veía borrosa y se adelantaba sin razón alguna, para después regresar a donde nos habíamos quedado. En esta toma Vicky ya no estaba amordazada, y lo poco que le quedaba de brazo estaba desatado. Pareciera que ella se quitó la mordaza como pudo, pues su cara estaba llena de sangre. Con voz débil pedía clemencia, que la dejara ir, sólo lloraba y rogaba ser liberada. En esta toma la calidad había subido impresionantemente, como si una cámara profesional hubiese grabado sus últimas palabras. La toma hizo un corte rápido, y la siguiente escena se volvió a tornar de una calidad baja y aspecto turbio. A pesar de que no quería continuar viendo, el morbo no me dejaba reaccionar.
Para empezar, la escena tenía un ángulo poco apreciable, y se oían gritos, como si la tortura se hubiera vuelto sumamente sádica; se podía ver ligeras salpicaduras de sangre y se escuchaba algo así como un motor o una máquina escandalosa, sonaban herramientas cayendo al suelo, un caos total. Lo único que se podía ver con la pobre iluminación era un par de siluetas peleando, pero cuando la imagen se volvió clara, la cámara cayó al suelo y sólo se veía la toma de unos pies. En esa toma vi caer lo que parecía ser una pierna cortada, un par de entrañas y mucha sangre. Entonces un pie del atacante pisó la cámara y ésta se quedó filmando estática por aproximadamente unos diez segundos.
El video se cortó y se puedo ver al sujeto que hizo todo vistiendo una capucha. Lo primero que pensé fue que ese extraño sujeto era Google, pero no pude verlo bien, la capucha lo cubría y apenas había un poco de luz en la toma. Esta escena entrecortada del asesino duró poco más que unos segundos. El video terminaba ahí, se cortó bruscamente y la página se cerró automáticamente. Una sensación escalofriante recorrió todo mi cuerpo. Miré a Vicky y sólo comencé a llorar. Entonces recibí un mensaje en su celular, que decía:
«Hola de nuevo…».
Era Google, decidí contestarle, diciéndole:
«¿Cómo pudiste hacer esto? Pensé que me habías dejado en paz, ¿por que le hiciste esto a Vicky? ¡Ella no debía estar involucrada!».
«Lo sé, pero ella se involucró y le tocó perder. Deberías dar gracias de que aún seguimos activos; es decir, ella simplemente cerró sesión en su vida mortal, pero estará conmigo para siempre, su video la ha inmortalizado».
«¡¡¡MALDITO ENFERMO!!!».
Dije eso y apagué el celular. Salí de la habitación, tomé mi laptop y decidí irme de ahí. Tenía que investigar lo que estaba pasando, quién era Google en realidad y por qué aún me involucraba en esto después de tanto tiempo. Los libros que había leído todo ese tiempo me dieron ideas de cómo investigar sin involucrar a la policía, pues si lo hacía ellos pensarían que fui yo quien mató a Vicky y quien cometió el asesinato de mi amigo.
Cerré con llave mi apartamento, hice una pequeña maleta con algo de ropa y sólo llevé mi laptop, a pesar de haber pasado tanto tiempo desconectado, pues tenía otras intenciones aparte de sólo investigar. Por último, tomé las llaves de mi auto, y me fui.
Estaba conduciendo y llegué a las afueras de la ciudad. Había un hotel, esos que están en las carreteras, que cuentan con cuartos básicos y no cobran mucho; era un lugar perfecto para ocultarme mientras averiguaba quién era este asesino. Renté una habitación por un tiempo y comencé mi investigación. Google comenzaba a hastiarme, hablaba de nuestra página y del dinero que estábamos ganando. No contesté jamás, pero él insistía y hacía distintas preguntas, como si ya no me importaba esto o si le ayudaría con lo siguiente. Lo ignoré por casi una semana, pero mi estado mental me estaba llevando demasiado lejos, ya debía en el hotel en el que me estaba hospedado y mi trabajo, aunque no lo quisiera, seguramente lo había perdido. Fue entonces cuando tomé medidas drásticas: esperé a que Google se conectara y le pedí mi cuenta bancaria. Él accedió de inmediato, la apunté y fui a un banco. Una vez ahí intente retirar dinero de la supuesta cuenta, pero no había existencia alguna. Sabía que siempre fue una mentira, por eso no me molesté, pero al volver a casa, Google me había escrito. El mensaje decía:
«¿Eres estúpido? Si querías retirar el dinero me lo hubieras dicho, yo mismo lo haré por ti. No vuelvas a involucrar a nadie más en esto, podrían saber de mí. Y aparte, ¿cómo un niño de diecisiete años va a retirar dinero así como así?».
Leí eso y escuché la puerta. Al abrir, era un sujeto con un paquete. Me lo entregó y me pidió mi nombre para registrarlo como recibido, pero le dije que no esperaba paquetes. Luego me preguntó todos mis datos, los cuales estaba leyendo desde una hoja que registraba la entrega. Todos los datos eran reales, pues hasta la ubicación actual —el hotel— la tenía registrada. Decidí tomar el paquete y me pidió escribir mi nombre de nuevo. Cuando comencé, me dijo:
—No señor, su nombre de usuario, por favor.
—¿Usuario? —le pregunté extrañado.
—Como ejemplo, mire el mío.
Miré lo que llevaba bordado en su playera. Me dejó en shock, pues lo que decía era «g00gle_301193».
Me hizo reaccionar y me pidió nuevamente mi nombre de usuario. Le dije que no sabía de lo que hablaba.
—Ambos sabemos que eso es mentira, usted cuenta con un nombre de usuario otorgado por alguien que también ya debe conocer. ¿Acaso acaba de iniciar sesión?
Sólo escribí lo primero que me llegó a la mente, «g00gle_240394». El sujeto me dio las gracias y se retiró.
Estaba mirando el paquete, no quería abrirlo, esperaba encontrarme con una cabeza humana de algún familiar o tal vez un video de otro homicidio. Decidí ponerlo en la mesa y no lo abrí en todo el día.
No dejaba de pensar en lo que ese tipo había dicho, «nombre de usuario»… En ese momento volvieron a tocar la puerta. Antes de abrir miré quién era; era el dueño del hotel. Lo hice pasar y me dijo que debía pagar la renta, o si no me echaría de ahí. Conversé con él y lo convencí de no echarme, le dije que tendría el dinero pronto, que no podía dejar que me echara. Justo cuando cerré la puerta y encendí la máquina, vi un mensaje de Google:
«Abre el paquete, es tu parte. Espero que sea suficiente».
Abrí con miedo el paquete, pero sólo era una cámara. La reconocí de inmediato, era la cámara que había comprado tiempo atrás; estaba sucia y llena de algo que parecía ser sangre. No me preocupé por eso y vacié la caja, encontrando también una pistola y un sobre con una tarjeta; pensé que era el dinero, realmente lo necesitaba, así que la tomé y salí a un cajero. Eran las once de la noche, llegué a un cajero y al mirar la cantidad que la tarjeta contenía en su cuenta, casi no lo creí: contenía más de medio millón de pesos. Sólo retiré lo necesario para pagar el hotel y regresé, le pagué al dueño y me fui a mi cuarto. La laptop seguía encendida, y como si supiera que había regresado, Google me escribió nuevamente.
«Veo que estás más relajado ahora».
«Supongo, pero aún debo saber… ¿quien diablos eres tú?».
«Buena pregunta, pero ¿por qué no te evitas la fatiga y vuelves a la escena del crimen? Ahí puedes obtener respuestas, ¿no lo crees?».
Tenía razón, salí tan rápido de ahí que jamás me di el tiempo de observar con atención. No escribí nada más y fui en dirección a mi antiguo departamento. El olor se había vuelto penetrante, pues sólo abrí la puerta y mi estómago se revolvió a tal grado que me ocasionó el vómito. Soporté el hedor y comencé a ver alrededor, aún estaba el cuerpo de Vicky, su celular… todo como lo recordaba. Pero después recordé la cámara, la que venía en el paquete. ¿Cómo pudieron entregármela si ésta debería seguir por aquí arrumbada? Encendí mi laptop y Google estaba listo para chatear:
«¿Qué dices, tus inútiles libros no te enseñaron nada?».
«No es eso, se que tú eres quien hizo esto, vi a un encapuchado cuando murió mi amigo. Ese mismo tipo aparece en el video. ¿Por que no das la cara? Se que eres tu…».
«Y entonces, ¿por qué usas la misma capucha?».
«¿Que dices?», pregunté asombrado. «¿Qué maldita capucha?».
«Entre tus cosas, ahí la encontrarás. ¡Busca bien, Sherlock!».
Se desconectó y no dijo nada más. Volví a mi habitación y busqué desesperadamente; grande fue mi sorpresa al encontrar entre mi ropa la capucha de la que Google hablaba. No podía creerlo, no podía ser cierto. ¿Entonces por qué veía a otros sujetos? No busqué respuestas en ese momento, sólo salí y deposité un mes de renta en mi antiguo departamento para evitar que alguien sospechara e intentara entrar. Volví al hotel, en ese momento el dueño me detuvo, y me cuestionó:
—¿De dónde sacaste el dinero, hijo? No tenías nada, y en un par de horas saliste y conseguiste el efectivo. Dime la verdad, ¿a qué te dedicas?
No contesté, ni siquiera lo miré, simplemente caminaba hacia mi cuarto. Una vez en la puerta, busqué mis llaves para abrir, pero él seguía haciendo preguntas:
—Vamos, dime, ¿acaso eres ladrón? Si no me contestas me veré obligado a llamar a la policía.
Eso me asustó, así que sólo abrí la puerta y la cerré con llave. El dueño seguía tocando y gritando, y luego se fue diciendo que iría por la policía. Lo único que pensé fue contactar a Google, pero no sabía cómo localizarlo y estaba desconectado. Me desesperé, no sabía qué hacer, ahora estaba solo. Tal vez comencé a volverme loco y aluciné todo, en el mejor de los casos, nada de esto pasó.
Miré a mi alrededor y el cuarto en el que estaba, la ropa que traía, y… me recordó la imagen de mi muerte. Hasta tenía con qué efectuar el disparo. El arma a la cual no le había tomado importancia estaba en el paquete, pero cuando la tomé entre mis manos, llegó un mensaje, una URL. La abrí, esperando en ella una salida; era nuestra famosa página, en ésta había una imagen de un hombre con un par de tiros en el cuerpo y unos cuantos golpes. Al ver bien la foto, vi que ese cuarto me era familiar, era el cuarto en el cual residía el dueño, su cabina. Podía ver el mostrador y al dueño ahorcado con su teléfono… Tomé la cámara del paquete y preparé el arma, bajé las escaleras y, cuando llegué, actué de manera inconsciente. Lo poco que puedo recordar es al dueño con el teléfono en la mano preguntándome qué hacía, que llamaría a la policía.
Al día siguiente amanecí en la carretera, recostado en el asiento trasero de mi auto y en medio de un camino distinto. Estaba tapado con la capucha negra, fue entonces cuando comencé a aceptar que, en realidad, era yo el asesino. Pero no podía creerlo aún, después de todo, pude ver a más encapuchados, no era el único. El tipo que me entregó el paquete, mi amigo y Vicky, ellos también se habían involucrado.
Mi laptop estaba encendida y la cámara conectada, un video acababa de ser subido a nuestra página, junto con la imagen que había visto el día anterior. Reproduje el video para refrescar mi memoria. Comenzaba conmigo grabando lo último que recordaba, el dueño del lugar junto a su teléfono, amenazando con llamar a la policía. Me le acercaba lentamente, grabando con la cámara enfrente de mí. Luego coloqué la cámara en el mostrador y ésta nos enfocaba sólo una parte del abdomen. Se escucharon amenazas y gritos por parte del dueño del hotel, después hubo un forcejeo por la bocina del teléfono seguido de un golpe hecho con la misma. Al alejarnos un poco de la cámara pude ver la toma más amplia, al menos se nos veía del torso para arriba. El dueño estaba sangrando de la cabeza, tenía una pequeña herida, se le escuchaba amenazar y en su cara se apreciaba el terror. Comenzó a retroceder poco a poco, y al intentar escapar tiró la cámara, permitiéndome ver ahora desde un ángulo que mostraba de los pies hacia arriba. Me podía ver ahorcando al sujeto con el cable del teléfono, soltándolo tras unos segundos y dejándolo caer al suelo, justo encima de la cámara. Estaba sobre sus manos y rodillas, se pudo ver cómo tomó la cámara e intentó huir con ella, y mientras se veían varias tomas de él corriendo, se oyó un disparo. Cayó y la cámara grababa de frente al dueño, viéndome a mí, encapuchado, caminar poco a poco hacia él.
La toma se cortó, para ser retomada con el dueño sentado en el piso de su cabina. La cámara volvió a ser posicionada en el mostrador; esta vez, el tipo estaba sudado y sangrando, el cable del teléfono estaba alrededor de su cuello, y lloraba, pidiendo débilmente que lo dejara ir, que no lo matara; pero el cable alrededor de su cuello se apretó y él comenzó a forcejear para ser liberado. Se podía ver cómo moría lentamente y, justo cuando parecía que ya no tenía fuerzas para seguir luchando, varios disparos terminaron con su dolor. La cámara se movió, grabó mis pies y luego el video terminó.
Google me escribió en ese instante.
«Bien hecho, al fin aceptaste tu objetivo. Sólo por eso, mira: http://user_g00gle_240394_29_october_2013/fghfd1g4g56df2d1f2a4ff4af1d2/log_out».
La dirección me llevaba a una imagen en la que aparecía yo nuevamente, pero esta vez en un sitio distinto, parecido a una calle, tal vez una avenida. Me mostraba como si hubiese sido atropellado. Entonces le pregunté:
«¿Que significa esto?».
«Eso no es nada más ni nada menos que la fecha de caducidad de tu cuenta».
«¿A qué te refieres?».
No respondió, así que lo presioné: «Te hice una pregunta, ¡RESPONDE!».
«Bien, g00gle_240394, eso es tu cuenta. Como puedes notar, si no es que ya lo has hecho, los números son tu fecha de nacimiento, mientras que «Google» soy yo. Los ceros significan mi posición, no tengo fecha de nacimiento, por eso llevo sólo un par de ceros. La URL que te envié y la que viste en el celular de Vicky no eran más que la fecha de caducidad de tu cuenta, lo que significa que cuando esa fecha llegue, te pasará lo que a g00gle_010692 y g00gle120393: sus cuentas caducaron, pero iniciaron sesión conmigo. Gracias a ti, ellos ahora son, en algún sentido, inmortales. ¿No es eso lo que muchos como ustedes, los mortales, desean?».
«Entonces que tenía que ver el sujeto que maté anoche, ¿el también tenía relación con todo esto?».
«Digamos que no fue su día de suerte, pues cuando un usuario, como tú anoche, está a punto de cerrar sesión, tiene la oportunidad de renovar su cuenta por un tiempo predeterminado. Ese tiempo es el que le quede de vida a alguien más…».
«¿Que, quieres decir que tomo su vida como en Destino final?».
«No, porque no puedes matar a lo imbécil o a quien tú quieras; debes matar a quien yo diga. Vicky debía matarte a ti, pero como su noble corazón no accedió, ella cedió en tus manos, pensando que la ayudarías. Quién lo diría, ella confió en ti y tú la acribillaste. Usuarios como tú hay pocos, por eso me agradas».
«Entonces ¿por qué mi amigo intento matarme y termino muriendo?».
«Porque es supervivencia del más apto. El día que te conoció debió matarte para renovar su cuenta, eras su renovación; pero tuviste suerte, se hizo el listo al querer alejarme en cualquier aspecto. Por eso mismo después te contacté, para que lo localizaras y cerraras su sesión de una vez por todas».
«Quieres decir que al igual que Vicky…».
«Era blando, pero tú eres un tipo duro, por eso dije que me agradas».
No podía creer lo que ese tipo seguía diciendo. Aún tenía dudas, no todo estaba claro, así que le pregunté sobre el futuro, por qué él lo sabía:
«Que hay de tus predicciones, ¿cómo sabes lo que pasara, como pasara y demás detalles?».
«Sencillo, porque en realidad no existo, soy sólo una proyección de tus memorias, recuerdos y futuras imágenes, algo así como un déjà vu. Si no me crees, recuerda lo que hiciste ese día antes de cambiar de establecimiento en tu trabajo; en realidad tú ocasionaste ese accidente, de alguna manera, en tu mente, ya estaba planeado que todo esto pasara. Si no me crees, mira esto de nuevo, un detective nos lleva seguimiento, pero el muy imbécil aún no sabe cómo trabajamos y cree que yo realmente existo. Eso querías escuchar, ¿no?
http://policia_local/archivos/homicidios/2fd5f4d5fas42d4s8dsa45fd48f».
Al entrar vi que era la página de la policía. Ese archivo hablaba de todos los homicidios que yo había cometido; al parecer fueron recuperados los videos, fotos y demás evidencias, pero aún eran casos sin resolver. Venían las URL de las que Google me habló tanto, entre ellas, nuestra página, y distintas páginas con ventanas emergentes, las cuales son usadas por trolls en la red. Al intentar acceder eran enlaces rotos, pero eran las URL que Google me había enviado, de nombres largos, con números y letras sin sentido. Entre éstas se encontraba la del video de Vicky; no entré porque no se podía, pero sabía que era el video, pues había un nombre de usuario en la dirección.
Me sorprendió todo eso y darme cuenta de que, en realidad, Google nunca habló conmigo ni me obligó a nada. Yo me había vuelto loco, o eso quería hacerme pensar; pero seguía sin entender por qué había visto a un tipo encapuchado aparte de mí, y por qué Vicky y mi amigo hablaban de un «Ellos». Tal vez se referían a esos tipos encapuchados. No recuerdo haber hecho algo para ocasionar ese accidente en mi antiguo empleo, además, las conversaciones borradas y esas trampas, las hizo desde el inicio.
Mas pensar en eso no me sirvió, no obtuve respuesta alguna. Decidí entregarme, así podría tener respuestas, pero antes busqué al detective de la página, con la esperanza de que él supiera algo de Google.
Mis cuartadas para evidenciar que yo no era el asesino y demás pruebas me salvaron de ir a prisión. Tuve, en algún sentido, la suerte de terminar en un manicomio.
Al menos sólo estuve ahí por poco tiempo, nadie me explicó bien por qué me dejaron salir en enero del año siguiente, siendo que mis crímenes debieron llevarme a una vida encerrado en ese lugar o una cárcel, aun siendo menor. Al fin sentía que estaba a salvo, pude olvidar, o al menos ignorar todo. El detective creía en mí y me apoyó en todo ese tiempo; recuerdo que en nuestra última charla estaba muy enojado y algo neurótico, quería al asesino y yo era el único sospechoso capturado. Entonces, bajo toda esa presión, recordé algo.
—Mi laptop…
—¿Cómo?
—Las evidencias, todo está en mi auto. No sé de dónde apareció la cámara, al igual que mi laptop debía estar arrumbada, pero ahora que recuerdo, jamás la vi. No estaba en la caja, no, la tenía mi hermana…
—¿Evidencia?
—Lo escribí, tengo la entrada, él no lo sabe. Está en mi laptop; jamás le conté sobre esto a nadie, pero me prometí que quien pudiera ayudarme, podría saberlo.
—¿De qué hablas, hijo? —Su actitud cambió radicalmente y me propuso un trato—. Espera, ¿quieres decir que cooperarás para cerrar este caso? Ayúdame y yo te ayudaré a ti, puedo sacarte, pero debes probármelo todo.
Recuerdo que escribí un pequeño diario, algo así como una bitácora en mi estancia en el hotel, pero todo quedó guardado en mi laptop y una página que creé con todo ese tiempo libre. De alguna manera sabía que Google no accedería a ésta, pues hice todo lo posible para ocultársela. Escribí todo esto en caso de que alguien creyera en mí y me pudiera ayudar. La única persona aparte de mí que sabía de esto ahora era el detective, pues, para empezar, no tenía mucho contacto con mi familia desde el día en que me emancipé. A decir verdad… no tenía mucho contacto con muchas personas. Salí de ese lugar, pero no supe bien por qué.
El día de hoy estaba en mi trabajo, de nuevo en un cibercafé. Entonces un sujeto, que se presentó como el abogado que logró sacarme del manicomio, entró al lugar y me dijo que jamás tocara el tema con el detective de nuevo, si no quería que lo suspendieran de por vida. Me entregó una tarjeta y se fue. Salí con la tarjeta en la mano y la miré, era una tarjeta en blanco, y del otro lado sólo decía «g00gle_220175». No me lo podía creer, pero en ese preciso momento entré y vi un mensaje en la computadora.
«Me eres muy útil, no podía dejar que te pudrieras en un manicomio o cualquier calabozo… ¿Estás listo para lo que viene?».
Quería ignorarlo, pero aún dudaba: en este nuevo trabajo, la máquina del administrador, es decir, en la que yo estaba, era reconocida como la famosa «PC 0», la máquina desde la cual Google comenzó a hablar conmigo por primera vez. Por lo tanto, si era yo mismo, estaba loco desde un principio y por eso el día que le pregunté en dónde estaba, me dijo que estaba justo en donde yo estaba. No obstante, el detective me mostró pruebas de su existencia.
Lo único que hice fue chatear de nuevo con él. Estaba muy confundido, y respondí:
«¿Quién eres en realidad? ¿Por qué me confundes de esta manera? Si eres yo, ¿por qué eres tan inhumano? Yo jamás podría estar tan enfermo. ¿En dónde estás en realidad? ¡DIME LA VERDAD!».
«Muchas preguntas como para llevar tanto tiempo de conocernos, ¿no lo crees? ¿No crees que eso ya lo deberías saber?».
«¡Sólo respóndeme!».
«¿Qué quieres oír?».
«Para empezar, ¿por qué me sacaste del manicomio? Si es que en realidad fuiste tú quien lo hizo».
«Ese detective era una molestia, si te dejaba ahí, lo hubiera echado a perder todo».
«Entonces, ¿sí eres real? Pues si tú fueras yo, como me hiciste creer… yo jamás hubiera podido salir solo de ahí».
«Digamos que fueron contactos que tenía agregados, pero al igual que tú, ahora tienen su cuenta y deben estar activos constantemente, si no quieren ser dados de baja… de por vida».
«¿Entonces sí hay muchos más?».
«Claro. Como te mencioné el día en que comenzamos a conocernos, muchos son ricos y poderosos, sólo por hacerme caso. Con sus sacrificios, por supuesto, pues nada es gratis en esta vida. Unos más sólo fueron registrados para hacerme un par de favores, algunos otros siguen sirviéndome. Los mejores y más afortunados cerraron sesión, para después iniciarla en nuestra página, y así ser inmortalizados».
«Eres real, no estaba loco, ¿eres ese encapuchado?».
«Me has tenido frente a ti más de una sola vez. Así como tengo muchas páginas, también tengo millones de usuarios. No eres único, pero sí de los más útiles».
«¿Y por qué me hiciste pensar que yo era tú?».
«Sólo te diré una cosa: Mi humanidad empieza donde termina la tuya».
Se desconectó, y salí a fumarme un cigarrillo para calmar mis nervios. Noté que la calle en la que estaba era exactamente la misma de la foto de mi muerte, y al otro lado de la calle había un sujeto encapuchado. Con algo que parecía un celular en las manos, me sonrió de manera grotesca y se fue. Esta vez no sentí miedo, ni decidí hacer algo, pues nadie a mi alrededor lo hacía. Al parecer, nadie notaba su presencia, que poco a poco desaparecía. No hice nada, después de todo, ahora no era más que una marioneta. Con menos dudas en mi cabeza me sentía más tranquilo, tal vez era momento de sólo esperar para ver qué pasaba. No sé si todo esto ha sido real o producto de mi imaginación, lo que sí sé es que, por lo que he pasado, lo más probable es que si no hago lo que se me ordena, el que tendrá que cerrar sesión… seré yo. Pero yo… debo seguir conectado.
…
Todo esto fue sacado de un reporte oficial del detective que ha seguido el caso de manera no oficial por más de siete años. En el reporte también están archivados los distintos casos de otros usuarios y varias anotaciones del detective, como de los homicidios sin resolver y la existencia de usuarios desde que Google comenzó a volverse un buscador tan famoso hasta la fecha. Por ahora no es un caso olvidado, pues el detective encontró este archivo en un sitio llamado «nuestra_pagina.com». En éste se encuentran varios escritos parecidos, acompañados de videos al final en los que se muestra cómo cada uno de los usuarios ha «cerrado sesión» de manera explícita. Todos los usuarios cuentan con el nombre «google» acompañado de su fecha de nacimiento, y en los videos se agrega la fecha de su muerte. La página también contiene imágenes y videos de distintos homicidios que han sido casos sin resolver.
El detective encontró la página con dificultad, pues las URL de cada video, imagen o escrito cambian una vez que han sido vistos. Las ventanas se cierran automáticamente, y aunque se copie la URL, al intentar reingresar a ella el buscador no encontrará nada. El escrito anterior fue copiado y pegado por el detective como evidencia, y éste afirma, por las fechas desplegadas en el sitio, que el autor de dicho escrito es el único usuario que sigue con vida. Ya que el detective pudo tener contacto con el usuario g00gle_240394 cuando éste estuvo internado en el manicomio, todavía no se da por vencido. Tras su desaparición sólo tuvo contacto con él por sus entradas en línea. Por ahora se le busca como el único y principal sospechoso, de nuevo.
La página es difícil de encontrar, pues sólo puede encontrarse con Google, escribiendo «nuestra_pagina.com». Pero para encontrarla no basta con dar clic en alguna de las primeras opciones que el navegador nos da, ya que éste sabe ocultarla a la perfección.
+ El usuario g00gle_240394 | Creepypasta en español http://creepypastas.com/el-usuario-g00gle_240394.html#ixzz2kNrUpw32
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