jueves, 28 de noviembre de 2013

La Sonrisa Del Payaso

Una chica sale a altas horas de la discoteca, ha discutido con sus amigas y esa noche volverá a casa sola, incapaz de conseguir un taxi decide volver a su casa andando. Para ello debe cruzar un oscuro parque, decide hacerlo sin pensar mucho en las consecuencias y acelera el paso para llegar a casa cuanto antes.
De repente de entre unos arbustos aparece un grupo de hombres con oscuras intenciones, el grupo acorrala a la chica y mientras la increpan y golpean la empiezan a toquetear, la chica asustada implora por su vida y les pide entre lágrimas que la dejen marchar, es virgen y no quiere tener una experiencia tan traumática como primera vez.
Los hombres entonces le ofrecen una alternativa a la violación, “la sonrisa del payaso”, la chica debe elegir entre ser violada o que le hagan la sonrisa del payaso. La chica que no sabe que es, prefiere cualquier cosa a perder su virginidad violada por un grupo de violentos y elige la “sonrisa”.
Sin mediar palabra uno de ellos saca su navaja y le corta desde la comisura de los labios hasta las orejas, dejando su boca y cara totalmente deformadas y una horrible cicatriz para toda la vida que asemeja la horripilante sonrisa de un payaso.
Existen otras versiones de esta misma leyenda en la que ofrecen apuñalamiento o patada. Las personas asustadas al ver la navaja prefieren recibir una patada. Lo que no saben es que antes de recibir la patada les hacen morder un bordillo de la acera y al patearles la nuca les parten todos los dientes.
En la tercera versión de la leyenda el ofrecimiento es entre puñalada o pellizco, quien prefiere el pellizco tiene que aguantar la tortura de que le arranquen los pezones de un pellizco usando unos alicates..

martes, 26 de noviembre de 2013

El ciclo de tus noches

Despiertas en medio de la madrugada, has preferido dormir nuevamente en el piso, tu espalda te está matando pero no encuentras confort en tu cama.
Te levantas del suelo y sales de tu habitación, atraviesas el pasillo a oscuras, no necesitas luz, sabes dónde se encuentra cada mueble; mamá lleva meses sin cambiarlos de lugar. Bajas las escaleras y llegas a la cocina, la única habitación iluminada a esta hora. Abres el refrigerador, buscas la jarra de agua fría, parece que papa ha olvidado llenarla. Te conformas con tomar agua del grifo.
Escuchas un ruido, proviene del estudio de papá, crees también escuchar una conversación, y decides ir a comprobar que todo esté bien. Caminas al estudio atravesando otro pasillo, conforme te acercas te das cuenta de que no es una conversación, tiene pinta de ser una canción de The Doors, te suena a Spanish Caravan; piensas entonces que papá se ha quedado dormido escuchando su disco favorito de nuevo. Sigues caminando, llegas al estudio. La luz está apagada, la enciendes y descubres que no hay nadie; el sillón de papá está vacío pero su botella favorita de whisky está sobre la mesa junto a un vaso, ha estado tomando de nuevo. Terminas de escuchar la canción y apagas tanto el reproductor como la luz. Regresas a la cocina, la luz sigue encendida, papá siempre dice que hay que tenerla así para mantener las cucarachas alejadas de los alimentos, dice que la luz las espanta.
Subes las escaleras y cuentas los escalones, a mitad de camino escuchas unos silbidos que parecen venir del jardín. Bajas las escaleras nuevamente y pasas por la cocina hasta llegar al cuarto de lavado, entonces abres la puerta que da al jardín trasero, enciendes la luz, y ahí está ella; se ve tan hermosa con sus guantes de jardinería que ni siquiera te preguntas qué hace afuera a estas horas. Ella voltea al ver la luz, te sonríe y tú le regresas la sonrisa. Se te acerca y te da un beso en la frente, sientes el amor que sólo una madre puede darte. Sin decir nada, regresa a trabajar con las plantas.
Se puede sentir la paz, una atmósfera completa de paz y tranquilidad.
Sientes un aroma fuerte a alcohol y cigarros, huele a papá. Giras el cuello y ahí esta él, ebrio y grotesco como siempre, caminando hacia ella, ocultando sus manos en la espalda. Pasa justo enfrente de ti, pero parece no verte. Se acerca a mamá, puedes ver entonces que no oculta sus manos, oculta un cable. Comprendes lo que está a punto de suceder; el cobarde la toma por la espalda, completamente indefensa. Pasa el cable alrededor de su cuello, ella intenta gritar pero no puede. Sientes su dolor, entonces corres, corres hacia tu habitación y buscas refugio en tu cama, tienes miedo.
Escuchas que alguien sube las escaleras, sabes quién es, él dice tu nombre, lo repite como si fuera un juego, un gato y un ratón… Esperas en tu cuarto, sabes perfectamente cómo terminara todo, lo has vivido antes.
Él entra a tu habitación, cuchillo en mano. Se abalanza sobre ti, sobre tu cama, te apuñala diecisiete veces, pero no te duele, ya no duele.
Sale de tu habitación llorando, baja las escaleras, y tú lo sigues; llega a su estudio, pone su disco favorito de The Doors, se sienta y sigue tomando mientras llora. Lo observas con odio, con furia; y mamá también lo hace.
Él no resiste más, se rompe, no sabe cómo terminar con esto. Busca su arma, pero no tiene el coraje para jalar el gatillo; busca entonces cinta adhesiva y una bolsa de plástico. Cubre su cara con la bolsa y usa la cinta para asegurarla. Minutos después está muerto.
Te despides de mamá y vuelves a subir las escaleras. Llegas a tu habitación, la cama está empapada en sangre, no se puede dormir a gusto en una cama humedecida por tu propia sangre. Tomas una almohada seca y te acomodas en el suelo una vez más, una noche más.

Ciudad Sin Luz

¿Hay alguien en tu vida que odies? ¿Alguien por quien darías cualquier cosa para hacerle daño, por quien pagarías cualquier precio a cambio de venganza? Si es así, quizá deberías considerar ir a la Ciudad Sin Luz.
Para ir ahí, ve a cualquier ciudad relativamente grande y busca un callejón abandonado por la noche. Entra en él, y cierra tus ojos lo más fuerte que puedas. Di en voz baja «Ciudad Sin Luz» y concéntrate en la oscuridad. Probablemente has notado que ves colores difuminados y figuras abstractas si enfocas tu vista cuando tienes los ojos cerrados; observa esas imágenes. Luego de unos minutos, deberían empezar a volverse más claras y brillantes.
Cuando esto ocurra, irán tomando formas concretas: imágenes de asesinatos violentos, animales deformados y semejantes. No importa lo que veas, mantén tus ojos cerrados. Comenzarás a perder la noción del tiempo, pero eventualmente las imágenes se detendrán y sólo verás oscuridad absoluta, nada más que un tono negro profundo, sin otros colores ni formas. Cuando estés seguro de que has alcanzado este punto, abre tus ojos.
Ahora te encontrarás en una ciudad bastante oscura, no habrá una sola luz o estrella en el cielo. Deberías poder ver las siluetas azul oscuro de los edificios a tu alrededor. Sal del callejón y camina tan silenciosamente como te sea posible por la acera, sin ir en ninguna dirección en particular.
Si escuchas algún movimiento, aléjate tan rápido como puedas del ruido. En la Ciudad Sin Luz habitan animales. Estará muy oscuro como para distinguir bien sus rasgos, pero son del tamaño de los grandes felinos y matarán a cualquier humano que atrapen. Sigue caminando hasta que llegues a un área con edificios más pequeños; el límite de la ciudad.
Te encontrarás con un niño, cuyo rostro emitirá un débil brillo, permitiéndote ver que no tiene ojos.
Te preguntará, «¿Compartirás tu luz conmigo?».
Di que sí, y el niño acercará sus manos a tu rostro y te sacará tu ojo derecho. Será doloroso, pero esto no te dejará ningún tipo de herida ni sangrarás. Luego te dará las gracias y se irá. Sigue caminando, y un hombre alto aparecerá frente a ti.
«¿La luz de quién deseas tomar?».
Di el nombre de la persona que odias, y tan pronto lo hagas esa persona quedará completa y permanentemente ciega.
«¿Tu odio ha sido satisfecho?», te preguntará el hombre. Si es el caso, di que sí, y despertarás en el callejón. Si la respuesta es negativa, di que no, y el hombre desaparecerá. Sigue caminando. Te encontrarás con otro niño sin ojos.
«¿Compartirás tu luz conmigo?».
Di que sí y te sacará tu ojo izquierdo, dejándote ciego. Sigue caminando y el hombre alto se te aparecerá de nuevo, aunque por supuesto ahora tendrás que depender del sonido de su voz.
«¿La vida de quién deseas que la oscuridad reclame?».
Di el nombre de la persona que odias, y esa persona morirá. No se te preguntará si tu odio ha sido satisfecho esta vez, y no serás capaz de volver al callejón. Te advertí que te aseguraras de que realmente odiabas a alguien antes de hacer esto, porque pasarás el resto de tu vida vagando por la Ciudad Sin Luz, ciego, con sólo tu odio para reconfortarte.
Para algunas personas, eso es suficiente.